CAPITULO 12: UNA LARGA NOCHE ( PARTE 2 )

A las 11 y media de la noche mi despertador repitió su incensante melodía, activando mi cerebro instantáneamente al ritmo de " toca cazar a Junkes ". Sinceramente, daba igual cazar al susodicho o a un esbirro suyo que fuese a " crear arte " en la otra pared ( seguro que los niñatos se pensaban que iban a decorar el garaje cómo si de una guardería colorida se tratase, manda carallo, como diría el vizco de " Airbag ".

Tras realizar cinco flexiones ( dónde casí me ahogo ) y unos estiramientos, me dirigí a la cocina para coger azúcar con un bocata de nocilla ( excusas de gordo, lo sé ). Tras la breve ingestión de " proteínas " encendí un porro de marihuana viendo en Youtube vídeos de peleas callejeras yankies para ponerme a tono.



Totalmente envalentonado, tras dos videos escuetos pero agresivos, me calze mis " Air Jordan " y abrí la puerta con decisión rumbo al garaje. Mis zapatillas hacían eco al andar, mientras bajaba vigorosamente las escaleras hasta el sexto. Decidí bajar en el portal, descendiendo por las escaleras que conectaban a la sala de ascensores, desde allí, accedería al Garaje sin levantar sospechas desde la puerta que las conectaba.

El Parking se encontraba vacío y solitario, iba equipado con una linterna y dos porros de marihuana, Bruce Willis en " La Jungla de Cristal " se acojonaría ante tanta " profesionalidad ". Avance sigilosamente hasta el maletero de mi coche, un viejo Porsche 944 que nada tenía que ver con la elegancia que a esta marca distingue.

Dentro de él tenía un palo, que no pensaba usar como arma, pero en caso de que saliesen corriendo, podría ponerlo entre sus piernas desde la distancia, consiguiendo que cayésen al suelo y así reducirles ( en fin... ). Tras todo este ajetreo influenciado en mis largas horas de vicio al gran " Splinter Cell ", me incorporé en el asiento del conductor y como un búho buscando un ratón, ejercí de vigía nocturno anti-grafiteros chapuceros ( si haces algo en una propiedad privada, hazlo hermoso, coño ).

Transcurida una hora, no paso nada interesante. Bueno, miento, llegó Esteban en una moto ( creo que nueva ) al garaje. Por suerte no me vió y yo tampoco hice ademán de acercarme a saludarle. Tenía la nariz aún con un vendaje ( en moto, sin casco y con el tabique nasal recién reestructurado, a veces la selección natural no ejerce con su obligación, pero para más inri, nuestro derecho es pagar impuestos para que estos personajes subsistan riéndose de todo y todos ).

Cuando eran las dos de la mañana, me entrenía fumando un poco de Sativa y mirando vídeos varios por la red, cuando un ruído retumbó. De pequeño, cuando tenia dos años , tuve la grata idea de meterme un lápiz en el oído derecho, soy sordo por él. Escucho perfectamente todo por el otro oído, pero siempre necesito orientarme con la vista para determinar de que zona procede.

Tras varios segundos " recalculando " visualmente la ruta del sonido hasta su origen, vi que provenía de la puerta exterior que conecta con el garaje. Con la mano palpé el palo, que estaba a mi lado en el asiento del copiloto. Me fije en que estuviese el seguro del coche abierto mientras inclinaba mi gigantesco cuerpo para que no pudiese ver nadie nada.

30 segundos después, unas carcajadas con falta de testosterona se escucharon con fuerza. Pude ver a lo lejos, unos diminutos puntos rojos que cambiaban de dirección mientras acentuaban su intensidad en un punto concreto: era alguién fumando un cigarro.

Las luces se encendieron, provocando que hiciese un brusco giro en mi cuello arrastrando mi frente con la guantera. Dos minutos después, incorporé levemente la cabeza. El panorama era curioso, se encontraban tres niñatos, que efectivamente, parecían del grupito del parque en la escena del crimén. Dos de ellos estaban preparando la indumentaria mientras el tercero, se posicionaba junto a la puerta de entrada al edificio haciendo guardia.

Analizé la situación, eran tres contra uno. Si bien cabe mencionar, que ese uno pesaría lo mismo que los tres juntos. Mi intención en ningún momento era un enfrentamiento fisico que conllevase golpear a estos chícos ( uno sabe lo que se juega con las leyes del menor ).

El plan consistía en salir de golpe y cazar a uno de ellos, sólo uno. Tras esto, llamar a la Policía y a Don César, para que el pipiolo cantase la traviata en comisaría. Fácil y sencillo, pero ... ¿ Sería capaz de hacerlo ?

Volví a echar el ojo y pude ver que, de los dos que estaban pintando, uno de ellos era más gordito y bajito, seguramente a zancada grande podría alcancarle sin tan siquiera usar el palo.  El otro chaval, era delgado y tenía pintas atléticas, me costaría una eternidad acercarme un minímo a él y estaba convencido de que no lo conseguiría. Del tercero, que se encontraba a varios metros de mi posición, ni me molesté en analizar un plan para pillarle, seguí la táctica del león: a por la presa enferma, pequeña o vieja.

Ya estaban los chavales en plena faena " artística " cuando decidí que era el momento. Abrí la puerta de golpe mientras grité:

- ¡ Quietos ! La policía está de camino.
- Joder, ¡ corred ! - El " grafitero vigilante " voceo mientras salía corriendo en dirección a la puerta exterior.

Cómo un felino Africano, mi aliento no cesó en su empezo de permanecer cercano al trasero rechoncho del grueso de turno. El cabrón se movía con mucha agilidad, sus dos compinches ya estaban fuera del garaje,supongo que destino a sus guaridad.

La ballena grafitera alcanzó la calle sacándome varios metros de ventaja, conseguí aproximarme a su espalda, ya habíamos doblado la esquina y llevaríamos unos 40 segundos jugando al " pilla-pilla " y mis pulmones y tendones gritaban desconsolados ante tal maltrato sufrido.

No quedaba otra, intenté imaginar a algún ancestro mío matando en tierras irlandesas ballenas con su arpón, a la vez, posicionaba el palo para arremeter contra sus carnosos tobillos. Lanzé con todas mis fuerzas mi proyectil de madera mientras gritaba cómo si con ello fuése a ser más certero.

El palo, siguió la trayectoria deseada, pero no con el efecto físico que hubiese imaginado. Cómo si de Maradona se tratase, el palo rebotó en el tacón del susodicho ballenato provocando que su trayectoria cambiase: se dirigí a mi pescuezo.

Agaché la cabeza cubriéndome con los codos, sentí un duro golpe en mis antebrazos y proseguí ( casí sin respirar ) corriendo detrás del chico. El palo cayó unos metros delante mía, debido a la oscuridad nocturna de la urbe, lo pisé con mis putas zapatillas de 200 euros dándome una ostia, que el mismiso Napoleón consideraría una baja épica de combate.

Mi tosco cuerpo acabo su gracioso bamboleo de grasas y chica contra una preciosa farola que gustosamente se ofreció a amortiguar el golpe con su " suave " metal. Caí al suelo desplomado, mis fuerzas flaqueaban y mi orgullo era escaso, todo habia salido como el culo.

- Jajaja, puto gordo, ¡ Qué te jodan ! ¡ Junkes For Life !- Dijo la ballena.

¿ Gordo ? Hay que fastidiarse, eso me lo estaba diciendo un adolescente con más tetas que una Barbie de geriátrico en Las Vegas intentando cazar un jovencito beodo adinerado. Ese chaval a mi edad iba a necesitar una grúa cada vez que su continental trasero requiriese soltar ventosidades. Encima este debía ser el amago de artista apodado " Junkes ", ya que su patética frase aludía directamente a ello.

Dándolo por perdido, mi cara tornó en tristeza absoluta. Cabizbajo volví adando hasta mis territorios. Senté mi magullado trasero en un banco situado fuera del garaje y decidí encenderme medio porro que había sobrado en mi estancia de vigilante nocturno. Tenía heridas en mis rodillas, la nariz sangrando a borbotones y peor aún: mis jodidas Air Jordan se habían rasgado enteras.

Gracias a Enki y Enlil, mi móvil " Chinese Edition " seguía de una pieza y me dispuse a llamar a Don César, no cogió el teléfono ( estaría durmiendo, tocándose o cantando jotas ), así que le deje un mensaje en su contestador:

- Don César, soy yo, les pillé con las manos en la masa. Pero no hubo suerte, salieron por patas y no conseguí alcancarles, mañana a las 11 una vez termine de limpiar el edificio, me acerco por tú casa. - Díje mientras limpiaba mi ensangrentada nariz.

Joder, me acorde que habia dejado mi coche con las puertas abiertas, se iba a gastar la batería o quizás algún niñato consiguió esconderse dentro del garaje y se está tomando su revancha con mi " Porshe ".

Cerré la puerta del coche mientras miraba apenado cómo se estaba pudriendo el cuero de los asientos, tenía que encontrar tiempo para realizarles un tratamiento de rejuvenicimiento ( seguramente uno para mí no vendría mal tampoco ). Cuando estaba yendo dirección al edificio, encontré la gran mina de oro, ¡ Todas sus mochilas se habían quedado aquí!.

Eran tres pesadas mochilas, todas de una conocida marca de monopatineros y con " taqueos " ( firmas ) adornándolas. No tenía ganas de abrirlas en dicho instante, es más, tampoco era mi problema llegados a este punto, mañana por la mañana se las entregaría a Don César y punto, me felicitaría quedando todos contentos.

Mi cara reflejaba felicidad ( curioso contraste, diez minutos antes, estaba totalmente apenado ). Llegué a mi domicilio, depositando las mochilas en la terraza ( por si había móviles en su interior, que no me jodiesen la marrana ) y fuí derechito a mi cama.

En la cama revisé mis mensajes, nadie me había escrito. Dentro de mi vulgar existencia, podría decirse que mis " amigos " son mis vecinos y mi " colega " es mi Presi. Las vueltas que da la  vida, y aún sin mojar la leche en galletas María... ¿ Que hará Don César con las mochilas ?

CONTINUARÁ

Comparte este blog

Siguiente
« Prev Post
Anterior
Next Post »