CAPÍTULO 51: EL BUEN COMERCIAL



Tras el incidente con Doña Clementina todo volvía a la normalidad en mi ya de por sí intranquila Comunidad. Cada día estaba más centrado en mis plantas, consiguiendo una armonía entre el edificio interior y la parte exterior más a mi gusto que a las preferencias vecinales, pero por mi experiencia, si haces las cosas bien (quedando lo más perfectas posibles) nadie protesta.

Ya me ocurrió alguna vez que, restaurando alguna puerta del edificio o pintando alguna cosa suelta, si el resultado es bueno, aún incluso cambiando el color (algo que por otra parte, en su momento, fue una irresponsabilidad por mi parte) nadie rechista. En cambio si haces algo con toda tu buena intención pero no queda de la manera correcta (aunque sea una primera capa de pintura por ejemplo) vas a meterte en buenos líos.

Bueno, volviendo al tema, nos acercábamos a Septiembre pero aún así hacia muchísimo calor en la provincia. Día si y día también tenía que cambiar de camisa cómo mínimo dos o tres veces debido al sudor. La dieta y el ejercicio lo llevaba más o menos al día, pero era consciente de que estaba en un techo de cristal dónde me costaba ahora mucho más adelgazar, sacar músculo era fácil pero quitar la grasa muy jodido.


Ese día, un lunes, a las 9 y media pude ver a unos tíos jóvenes uniformados de traje con carpetas negras (comerciales). Eran dos. Uno era más o menos como yo de alto y delgado cómo un spaguetti, era el típico guaperas, pelo engominado, barba milimétrica y sobre todo, una pinta de choni pijo que no podía con ella.

Se podía ver como daba instrucciones al otro chaval, un tío de más edad que el guaperas, pero con una cara bastante atolondrada, a este le llamaré Carlos , ya que me recordaba a un compañero de la infancia que era bastante apagado en lo que a agilidad mental se refiere.

Éste último era bajito, con los dientes paletos muy grandes dándole un aspecto de señor castor. Se le veía más desaliñado que su compañero, con una calva bastante extensa que intentaba disimular con gomina colocando los pelos de atrás hacia delante.

Tras ver que cada uno se dirigía a un lado y otro de la calle supuse que me tocaría lidiar con ellos en algún momento del día. Por norma general, en la comunidad no pueden entrar comerciales si no poseen cita previa con algún vecino. Otra cosa es, que sí los comerciales me caen bien pareciéndome buena gente, yo les diga entre nosotros que salgo a x hora para comer y vuelvo al trabajo a x hora de la tarde.

Con esto se sobreentiende que les dejo vía libre en mi horario de comida, para que llamen a los telefonillos, alguna vecina septuageniaria les abra la puerta pudiendo así hacer su trabajo. Pero siempre indico que si yo me los encuentro dentro del edificio, les voy a tener que echar de allí, les hayan o no abierto la puerta.

La mañana transcurría tranquila, ya tenía el portal y el edificio limpio, así que, al ser ya Septiembre, fui a mirar que la sala de calderas estuviese correcta para cuando llegase el frío. Estas operaciones me llevan bastante tiempo ya que al ser dos calderas muy potentes pero antiguas, el tiempo que tardo en rellenar el deposito de la bomba de agua junto a purgar el aire que hay dentro de ellas se convierte en una eternidad.

Como comentario "técnico" por así llamarlo, el sistema de agua de las calderas (las tuberías que llevan el agua a cada casa calentando los radiadores) no deben ser frecuentemente vaciadas. Ya que cuando vuelves a llenar las tuberías con agua nueva, se expanden de tal manera que pueden dar problemas en un futuro. Esto ocurre con tramos de tuberías antiguas, suelen ser de plomo y es mejor no tocarlas mucho. ( si se joden se debe buscar un tramo que no tenga corrosión, para poder hacer un tramo nuevo, y no es algo fácil, hay que picar pared dentro de las casas).

Todas las mañanas, sobre las 11 y media, subía a tomar un café a casa, prefería hacerlo en mi casa que en el bar de Angelote, ya que allí siempre me ponía como un cerdo antes de su San Martín a comer tapas poniéndome como un ceporro.

Mientras salía de la sala de calderas, pude escuchar la voz de alguien joven en la planta primera, justo encima de la portería. A paso ágil subí de dos en dos las escaleras hasta llegar allí. Mi motivo de alerta era escuchar los timbres de la casa de manera constante, no los mismos, ya que sonaban en lugares diferentes), Eso amigos míos, suelen ser comerciales.

Cuando ya me encontraba en el primero, vi a Don Emiliano, un señor de ochenta años que había sido abogado en sus tiempos mozos hablar con él chaval comercial. Este era "Carlitos", el chico que me recordaba a mi compañero de colegio, el cabezón bajito con dientes de castor.

- Pero usted debe darse cuenta que no tiene por qué molestar a los vecinos dentro de sus casas - Protestaba Don Emiliano - si alguna vecina o vecino le abrió la puerta, vaya usted a esa casa y dejé en paz al resto.

El chaval miraba a Don Emiliano con cara de atolondrado, tras balbucear unos segundos, esgrimió una respuesta:

- Eh... yo no soy comercial, soy autonómo - Mientras se retocaba la corbata. 

En ese momento Don Emiliano y yo empezamos a reírnos, ya que el " Señor Castor " llevaba una carpeta de una empresa de telefonía y lo que hacía era vender un producto (Vamos, que era comercial). Lo que pasa es que muchas veces, estas empresas usan subcontratas, teniendo a pobres personas en régimen de autónomo. Y no, no son ni autónomos de la empresa la cual venden sus servicios. Están de autónomos para una empresa subcontrata de la principal.

Por tener no tienen ni sueldo, ya que viven de las comisiones puras y duras. Muchas veces no son ni de la misma provincia (vienen de otras) y conseguir sus datos en caso de necesitarlos es un verdadero quebradero de cabeza.

- Veamos caballero - Entrando yo mismo en escena - Si usted ofrece un servicio para una empresa, vendiendo un producto, es usted comercial, en términos técnicos - Saludando con la mano a Don Emiliano. - Lo mejor que puede hacer es acompañarme, dejar de molestar al vecino y yo mismo le comento.

- Pero... pero... - Dijo Señor Castor 

- Anda hijo, acompañe usted a Julio, que él mismo le comentará todo.

El chaval, me recordaba a mi colega de la infancia, que con muy pocas luces fué un inadaptado social perenne. No se le veía mal tío comercial, y qué cojones, hasta sería un tío mentalmente hablando inteligente, pero sin duda la habilidad social de comunicarse con otros seres humanos la tenia muy mermada.

Mientras me acompañaba bajando las escaleras desde el primero hasta la salida principal no intercambiamos ninguna palabra. Yo miraba la hora, se estaba pasando mi momento del café, eso eran ganas de joder para mi, ya que si no apenas tendría tiempo para poder tomarme mi café, al menos sí podría subir hasta arriba y bajarlo en un termo.

El chaval se encontraba pensativo, jugando un bolígrafo entre sus manos que torpemente cayó al suelo en la entrada del portal. Yo, sintiendo algo de lástima por sus pocas habilidades sociales, me agaché recogiéndolo para dárselo. Entonces, tenía pensado comentarle que a partir de la una y media, tenía dos maravillosas horas para intentar ganarse la vida, pero que si le volvía a ver, pues de nuevo puerta.

- Aquí tienes chaval - Entregándole el boli - Por cierto, hoy a partir de las ... - Sin dejarme éste terminar la frase.

- Gra... Gracias... - Recogiendo el boli bruscamente - Pero yo no soy comercial, soy autónomo - Dándose la vuelta perdiéndose entre el asfalto.

Sinceramente su comportamiento me desconcertó, no digo que me resultase ofensivo, no me enfadé, el chaval me daba pena y seguramente, llamarle comercial era herir sus sentimientos, además, al tratar frecuentemente con ellos sabía la vida de mierda que llevaban en términos económicos. Lo dejé pasar, me dí media vuelta subiendo a prepararme el termo de café, eran ya casi las 12 de la mañana y el correo estaba por llegar de manera inminente.

Subí hasta mi casa a paso veloz corriendo por la escalera, últimamente, más que dieta, estaba dejando de fumar, eso me daba un aporte extra de oxígeno que notaba perfectamente a la hora de hacer ejercicio, no me ahogaba y mi corazón no daba golpes cómo un borracho a las 3 am encontrándose la puerta del puticlub cerrada "por obras".

Al llegar arriba, me preparé el termo mientras echaba un ojo a la tv. No tardé ni dos minutos, tres como mucho. Una vez que el termo estaba preparado, decidí volver a bajar por las escaleras, esta vez limpiando la barandilla junto a las placas de aluminio para llamar al ascensor.

Cuando ya me encontraba abajo, pude ver en la puerta del edificio a una pareja nueva de vecinos que tenían tres hijos en total. Dos de ellos mellizos de menos de 1 año, junto a otro de unos 5 años aproximadamente. Estaban hablando con los dos comerciales, ahora se encontraban el señor Castor y el guaperas en escena, podía ver como el guaperas ejercía de timón del barco comercial, hablando sin parar con una sonrisa profident de un lado a otro.

Ella se llamaba Helena, su marido Julián, pero en ese momento sólo estaba ella junto a los peques, ya que su marido curraba de mañanas. Me dirigí a la puerta y:

- Hola, buenos días Helena - Mientras miraba de reojo a los comerciales - ¿Qué ocurre? Ya le comenté a su compañero que aquí no pueden acceder sin cita previa - Dirigiéndome a los comerciales.

- Bueno, eso no es así - Contestó el guaperas - Esto es un edificio público - Mientras sonreía - Además si en el telefonillo me abren la puerta puedo entrar.

En ese momento Helena se giró hacia mí para decir lo siguiente:

- Julio, yo me tengo que ir ya, mi suegra está a punto de bajar, que vamos al Super - Señalando el final de la calle, dónde se encontraba éste - Por favor, ocúpate de estos señores, gracias - Con la educación que a ella le caracterizaba a pesar de su joven edad - Ya marchándose de la escena.

Esperé a que ella se encontrará lejos para poder actuar, yo no estoy en contra de los comerciales, cómo expliqué anteriormente pienso que es un trabajo muy digno, pero las normas son las normas. Además, al señor Castor estuve a punto de comentarle que podía entrar a trabajar a x hora en mi edificio cuando yo estuviese comiendo, pero ni me dio opción a comentarle nada.

- Mirad, esto es fácil, aquí no podéis entrar - Mientras miraba al guaperas, que era quién ejercía de jefe - Yo estoy aquí para que se cumplan las normas que quedan estipuladas en las reuniones de vecinos, una de ellas es ésta - Refiriéndome al tema de los comerciales - Por cierto, no sé de dónde has sacado que esto es un edificio público, ya que es una comunidad de vecinos, el escalón de piedra donde se encuentran los telefónillos , para que te hagas una idea, es privado.

- Mira, eso es mentira - Mirando hacia el portal - Todo esto es público y yo si quiero entro aquí - Con cara de asco mirándome de arriba a abajo - Así que vamos a entrar.

En ese momento me estaban desesperando, entre los dos se lanzaban miradas cómplices acompañadas de una sonrisita que no me gustaba en nada, para nada y por nada. Ahí mi paciencia estaba colmándose, pero me acordaba de la última visita que tuve de comerciales y que, llegados el caso , si les tocó un pelo, puedo meterme en problemas muy, muy grandes.

- Mira, lo vuelvo a repetir, aquí no podéis entrar - Mirando fijamente a los ojos del guaperas gilipollas - Si queréis intentar entrar, yo voy a llamar a la Policía Nacional - Cogiendo mi teléfono chinorris del bolsillo - Por cierto , ¿ A qué compañía pertenecéis ? - Viendo que no tenían ninguna identificación visible más allá de la carpeta con el logo de la empresa de telefonía a la que representaban.

- Nosotros somos nuestros propios jefes, no trabajamos para nadie - Con aires de superioridad.

- Vamos, que trabajas para una subcontrata sin sueldo fijo ya que te tienen de falso autónomo - Ya algo nervioso pero consciente de que no podía tocarles un pelo. - Dame tus credenciales, que voy a llamar ahora mismo a tu empresa y les comento que aquí no podéis pasar.

El tío se negó en redondo a darme su identificación, al igual que no quiso darme su tarjeta de visitga como comercial. Eso ya era tocarme los cojones por tocarlos, así que yo empecé a hacer lo mismo con ellos.

- Mira, vamos a hacer una cosa - Mirando la agenda de contactos de mi móvil - Voy a marcar el teléfono de nuestro administrador de la comunidad, que él mismo te comenté que aquí no puedes entrar - Marcando el teléfono - Toma, te dejo mi móvil, hablas con él y espero que quede todo zanjado.

Antes de pasar mi móvil al guaperas estuve hablando yo mismo con el administrador, comentando lo que sucedía para que éste estuviese hábil y rápido. Tras esto, el subnormal sacado de chonis, macarras y viceversa estuvo hablando durante minutos con el administrador.

Me hizo gracia que en vez de pasarme el móvil con el administrador al teléfono, colgó rápidamente. Su cara era de frustrado absoluto, yo ya sabía qué le había dicho el administrador o en qué parametros se había movido la conversación. Pero sin embargo, el seguía en sus trece:

- Me ha dicho que podemos entrar - Mientras intentaba adelantarse a mi - Dirección a la puerta que en ese momento tenía abierta.

- Eso es mentira, mira , no voy a perder un segundo más con vosotros, no os acerquéis al telefonillo, queda dicho - Ya dirigiéndome al interior del edificio - Si lo hacéis y entráis, vosotros mismos ya que llamaré a la Policía Nacional.

- Mira, gilipollas - Contestó el choni asiduo a programas de telecirco - Yo voy a llamar las veces que haga falta y voy a entrar al edificio te guste o no - Mirando con una sonrisilla a su compañero - ¿Quieres que llame a la Policía yo ? Esto es público - Seguía con la tontería, en ese sentido los entrenaban bien, era un disco rayado sin luces algunas, un papagayo del sistema.

- Mira niñato - Ya con los cojones bastante hinchados - Te lo digo una última vez , si entras aquí , yo no te voy a echar, te va a echar la Policía Nacional, lo de gilipollas aplicalo con tu padre si es que acaso lo conoces - Cerrando el portal de un portazo.

En ese momento ya pasé de ellos absolutamente y seguí con mis quehaceres rutinarios. Barrí el portal, fregué el suelo y cuando estaba con las ventanas pude ver cómo aún seguían en el portal los dos merluzos. Me dirigí al vídeo-portero comunitario y puse el modo día, que es para que las llamadas del telefonillo pasen sólo por portería sin molestar a los vecinos. Seguí a lo mío.

En esto pude ver que la suegra de Helena salía del portal aprovechando el guaperas para colarse dentro, junto al señor castor , que sonreía como si estuviese haciendo una pillería en el colegio. Dejé el spray para los cristales, el paño y me dirigí hasta ellos.

- Ey, que hacéis dentro, iros ya de aquí por favor - Con tono conciliador pero nervioso, tenía ganas de insultarles, pegarles, al no poder hacer nada de eso, estaba casi tartamudeando - Venga, no compliquéis las cosas - Agarrando el teléfono para marcar el número de la Policía Nacional.

- Nos han abierto la puerta desde el telefónillo - Mintiendo como un bellaco el guaperas - Así que vamos a subir.

- El telefónillo estaba desconectado, habéis entrado gracias a que la vecina dejó abierta la puerta al salir - Ya marcando a la policía nacional - Iros antes de que venga la Policía.

En ese momento el guaperas me apartó con sus brazos de mi sitio y junto a señor castor se adentraron en el edifico dirección al ascensor. Yo salí corriendo detrás de ellos, ya con el teléfono marcando el número de los agentes.

Dentro del ascensor, me coloqué entre los botones para marcar las plantas del edificio, pero nuevamente, el guaperas pasó su brazo entre mis hombros consiguiendo marcar la planta número cuatro.

- Pero, pero ... ¿Qué coño haces ? - Dije en voz alta - Estás pasándote chaval - Dándole en ese momento un manotazo a su mano.

- Tranquilo eh, tranqui. Esto es un edificio público, no fastidies gordito - Con una sonrisa volviendo a buscar la complicidad del señor castor.

En ese momento, pensé con la cabeza fría, por un momento estuve a punto de caramelo de liarme a ostias con los dos en el ascensor. Había pensado hasta que, cuando llegásemos al cuarto, tirarme yo mismo por las escaleras para fingir una agresión y denunciarles.

Pero por otro lado tenía la sartén por el mango ya que la Policía podía venir a hacer ese trabajo, echarles de aquí, ya de paso pedir sus credenciales para filiarles y que no volviesen nunca a este barrio.

- Diga, Policía Nacional - Escuché al otro lado mi móvil asiático .

- Hola Agentes, miren, soy el portero de "bla bla bla" , unos señores que dicen ser comerciales se han colado en el edificio sin mi autorización ni de la comunidad, además de negarse a entregarme su identificación - Con voz nerviosa - Ahora estamos dentro del edificio, por favor, vengan cuánto antes.

- No se preocupe, enviamos una patrulla ahora mismo hacia allí, por favor, no cuelgue, hable usted conmigo hasta que los agentes lleguen - Con tono pausado.

El guaperas escuchó que verdaderamente sí había llamado a la Policía y que sí venían de camino a nuestro edificio. Así que tocó del hombro al señor Castor, para directamente empezar a correr por las escaleras rumbo el portal.

Yo en todo momento me iba comunicando con la Policía Nacional por el teléfono mientras bajábamos a toda prisa las escaleras los tres. En ese momento el guaperas, no paraba de repetir que a él le daba igual, que ahora se iba a Valencia a la playa, que ya terminaba su día de curro.

- Tranquilo niñato, que ir te irás a Valencia, a hacer lo que quieras, pero primero te va a fichar la Policía Nacional  - A paso ligero llegando ya al Portal.

En ese momento había colgado con la Policía, no sé si por nervios míos, o sí el propio agente al tener ya al patrulla de camino cortó para atender otras llamadas. El caso es que el señor castor y el macarra viceverso de telecirco ya habían salido del portal e iban perdidos por las calles de mi ciudad en busca de lo que supongo era su coche,

Yo iba detrás de ellos a menos de un metro, cuando, tras minutos corriendo, volví a marcar el teléfono de la Policía, pero antes de que estos lo cogiesen le dije al subnormal guaperas:

- Te gusta joder a la gente, ¿verdad? - Mientras me ponía a su lado .

- Bufff - Dijo él mientras se remangaba el traje - Señor castor, ve hasta el coche, cambia de calle ya te busco yo ahora.

Yo eso lo interpreté como que tenía ganas de pegarse conmigo, en ese momento, aparte de la llamada a la Policía estaba grabando todo con el móvil, el tío empezó a insultarme y yo me contuve todo lo que pude. El mismo policía que anteriormente me había contestado volvía a estar de nuevo conmigo al teléfono, esta vez escuchando al guaperas insultarme sin parar.

- Agente, vamos por la calle de los Jesuítas, el líder de la "banda" le ha dicho a su compañero que se pierda para buscar el coche e irse hasta Valencia - A paso ligero - El macarra viceverso se ha quedado aquí conmigo, remangándose el traje para supongo que pegarme - Mirando la cara del niñato, que estaba más cagado que su primer día con pañales en este mundo.

El señor castor empezaba a perderse por el horizonte, en el fondo ese tío me daba pena, era un panolis, pero se dejaba guiar por el viceverso siendo cómplice de todas sus risitas, provocaciones e insultos, en el fondo él debía pagar también por sus pecados.

Cuando pensaba que ya sólo me quedaba darme de ostias con el guaperas, vi a la policía en la otra carretera dirección a mi edificio. Supuse que era la patrulla que venía a mi encuentro porque llevaban las luces azules encendidas, sin dudarlo pegué un grito contundente.

- ¡POLICÍA! - Con un vozarrón que en la vida había sacado - ¡Aquí! uno de ellos intenta escapar - señalando al señor castor.

La cara del macarra viceverso era un cuadro, estaba en ese momento pálido, tanto que parecía maquillado por una morgue. Intentó andar más deprisa pero una agente de Policía salió a su encuentro pidiendo que se parase inmediatamente.

El señor castor fue retenido por el agente que conducía el coche patrulla, llevando a los dos hasta mi lado. Yo en ese momento estaba frenético, había andado casi kilómetro y medio con mis nervios a flor de piel.

- Agentes, estos señores deben pertenecer a una banda, no se han identificado, han entrado sin enseñar sus credenciales, insultándome además de que éste me ha amenazado, quería pegarme - Señalando al viceverso.

El guaperas ahora quería supongo desaparecer siendo absorbido por la tierra. Los policías al ver mi estado de nervios, me pidieron que volviese a mi portería, dejando a estos junto a ellos para ser filiados. Antes de irme, con bastante mala ostia dije:

- Por favor, cojan todos sus datos, para la pertinente denuncia que vamos a poner desde la comunidad - Ya alejándome.

Cuando me retiraba, se encontraban los dos policías dándome la espalda mientras que los comerciales estaban de frente a mi. En ese momento les hice un corte de mangas además de lanzar un beso al aire con una sonrisa de oreja a oreja.

El viceverso rápidamente dijo a los agentes algo cómo : "Miren, está vacilándome" pero al darse la vuelta los agentes sólo me vieron a mi encendiéndome un cigarro.

- Mira chico, a mi no me vaciles - Soltó la agente al viceverso - Venga, dame tu dni, tu identificación de la empresa "x" de telefonía y dejémonos de gaitas - Dando unas palmadas con sus manos, exigiendo rapidez al chulo guaperas.

Ahí ya me dí media vuelta, en un rato los agentes irían a mi garita de portero para, en caso de yo querer, interponer una denuncia a mi nombre y otra en nombre de la comunidad (previo permiso de la junta directiva, claro está eso).

Volví con la satisfacción del trabajo bien hecho, no había pegado nadie, no había insultado ni me había rebajado al nivel de nadie, más que al final, lanzando un besito al aire junto a un corte de mangas (qué carajo, sería que me picaba el codo ,¿no?).

Al cabo de una hora, la policía llego a mi garita, eran ya con la tontería casi las 3 de la tarde, y me había pedido un bocata de tortilla en el bar de Angelote para esperar a los agentes tranquilamente. Cuando ellos llegaron, me confirmaron entre nosotros que el guaperas era un gilipollas soberano, que hasta se había puesto medio chulos con ellos.

Me dijeron que por favor denunciase, aunque ellos ya le habían dicho a él y a señor castor que no volviesen por Alicante en su puñetera existencia, que estaban fichados, filiados, cómo queráis llamarlos.

Yo sin ir más lejos, les comenté que el verdadero ser problemático era el viceverso, que el señor castor era un pobre hombrecillo con poca personalidad siguiendo al coronel más idiota del ejército de los comerciales.

Tras esto decidí no hacer ninguna denuncia, pero gracias a los Anunnakis al gilipollas del viceverso se le cayó una tarjeta de visita dónde venía su nombre, apellidos y la empresa subcontratada con la que trabaja.

¿Adivináis? Hice una llamada a la susodicha empresa y comenté todo lo sucedido, además de la intervención de la Policía, como su invitación a no volver a molestar a nadie de nuestra ciudad. Eso sí, no dije nada de señor castor, espero que el pobre aprendiese una valiosa lección.

Y a usted, señor viceverso, el guaperas de los subnormales profundos, el coronel del ejercito de los gilipollas integrales, espero que esta experiencia te haya servido para tener algo más de respeto en esta vida, pero con esa cara de palurdo que traías, no te habrá servido ni para colocarte la corbata recta.

Con esto, señores míos, si alguna vez vais a trabajar de comerciales, recordad que el portero no es vuestro enemigo, cumple órdenes, y hasta si sois majos con él, este os puede decir a qué horas podéis tocar los cojones al personal sin meteros en problemas. Yendo de chulitos por la vida, os encontraréis siempre a alguien más chulo, más cabrón

CAPITULO 50: LA CAUDILLA COMUNITARIA (PARTE 2)




La leche... Doña Clementina se encontraba en el suelo casi sin poder respirar, sofocada, alzaba su brazo derecho intentando señalar algo que se encontraba en su salón.

- ¡Doña Clementina! - Grité mientras ayudaba a que se incorporase - ¿Qué ocurre, voy al salón a por algo? - Ya con ella de pié

- El... el ... terbasmin - ¡La leche! Doña Clementina es asmática - Mientras corría al salón sin saber dónde coño buscar.

Tras rebuscar por la mesita del salón y sus cajones, donde entre juegos como el parchís o las cartas sólo había multitud de recuerdos franquistas, pero ningún terbasmin.

Miré hacia la terraza y Doña Clementina se encontraba ya menos sofocada, apoyándose en la barandilla metálica de su terraza mientras miraba supongo a los chicos latinos del parque.

Tras rebuscar y rebuscar encontré una vieja caja con el logotipo de "Comercios Evaristo". Dentro de ella estaba el terbasmin que tanto necesitaba la señora.

Salí corriendo a su encuentro, golpeándome bruscamente la cabeza contra la persiana a medio subir. Ya dentro de la terraza di a Doña Clementina su medicamento. Ella se recostó en una de sus tumbonas mientras yo, secándome el sudor de la frente buscaba tanto por dentro cómo por fuera la correa de la persiana.

- Doña Clementina, ¿Dónde esta la cinta de la persiana? - Mientras me tocaba mi dolorido cogote - Me golpeé ahora fuertemente ahora y querría si no es molestia subir un poco más.

- Ay hijo, disculpa, mi electricista de confianza, el hijo de Juani, la charcutra que estaba antiguamente en el mercado de abastos, me colocó todo en la casa con botones por la artrosis, hasta la radio - Mientras  volvía a sus quehaceres con el terbasmin. -

Tras escuchar la vida de su electricista de confianza, que me importaba más bien poco, me dispuse a buscar alocadamente los botones de la dichosa persiana. Justo al lado de ella, había tres botones, supuse que el de arriba del todo era para subir, el del medio parada  y el de abajo, pues bajada.

Así que cómo quería subir, pulsé el botón de arriba del todo y...

- Cara al sooooooool con la camisa nueeeeeeeeeVa que túuu bordaste en roooojo ayeeeer

- Ay no Julio, es otro botón, ése es de la radio con mis canciones...

En ese momento entré en un estado catatónico más parecido a un colocón con ayahuasca junto a unos mariachis en medio de Tijuana. Miré los botones , había en total 8, no sabía para que coño era ninguno mientras que Doña Clementina era incapaz de concretar su ubicación.

Pulse el que se encontraba inmediatamente a su izquierda, subiendo el volúmen del puto cacharro, qué además, por mucho que pulsase el botón de apagado no conseguía apagar. Tras dos minutos intentando dar aunque fuese a "mute" a las viejas canciones gloriosas franquistas de Doña Clementina, me dí cuenta que la puta canción estaba en bucle, no paraba de sonar de manera repetitiva.

- Jose Fina no sé como se apaga está radio, conseguí abrir la persiana pero... esto puede dañar mi reputación en el trabajo - Consiguiendo por fin apagar la puta radio.

- ¡Qué! - grito Clementina de manera exaltada - ¿Eres un puto rojo, mi portero es un rojo? - levantándose bruscamente dirigiéndose hacia el salón.

Yo en ese momento no sabía dónde coño meterme, además, en mi trabajo el exponer tus peculiares o no maneras de vivir, interpretar y sentir tus ideales políticos me parecía poco inteligente, nunca sabes quién puede darte trabajo en un futuro o qué puertas se pueden abrir o cerrar por ello, prefería el silencio.

Podía ver a Doña Clementina hacer aspavientos mientras ya se encontraba próxima a mi, a punto de entrar desde el balcón hasta el ya de por sí hiper franquista salón. Mientras gritaba rojo de mierda, yo expandía los brazos hacia delante en modo reconciliador, esperando que se calmase mientras intentaba de inventarme una historia para poder calmarla.

Al llegar a mi lado, pude ver que se encontraba blanca como un maquinero de los años 90 tras la ruta valenciana de las pastillas nocturnas (no las de la tensión, aunque ésta aumentasen, jejeje ) . De repente se desplomó contra el suelo cayendo contra las baldosas del suelo, mientras su boca expulsaba sangre a chorretones.

- ¡DOÑA CLEMENTINA! - grité durante varias veces mientras la agarraba cual saco de patatas llevándola hasta su sofá de terciopelo de la era del pleistoceno. - ¿Qué le ha pasado? - La gritaba mientras veía que estaba más blanca aún.

- El... el.... el... azúcar... la diabetes... jeringuilla... - Quedándose tras estas últimas palabras en un estado inconsciente - .

Salí corriendo de nuevo a por la cajita de "Comercios Evaristo" dónde había visto las jeringuillas junto con el bote de insulina. Desde pequeñito estaba acostumbrado a pinchar la insulina a una de mis abuelas, así que sabía cómo actuar y qué cantidad necesitaba cuando entraba en "shock" (vivencias junto a una abuela con diabetes adicta a las ensaimadas).

Llegando ya a la cocina me dí cuenta de que estaba totalmente lleno de la sangre de Doña Clementina, os juro que parecía la película de American Psycho (bueno, eso si cambias al prota por un gordo alto con aires de grandeza y más feo que pegar a un padre).

Al llegar hasta el salón, levanté un poco el vestido de Doña Clementina para poder pinchar la insulina en la parte inferior del muslo, cercano a sus partes nobles (como pinchaba a mi abuela, desconozco si esa es la manera idónea en todos los casos, pero es que mi abuela se pinchaba en el muslo).

El sol empezaba a desaparecer por el horizonte y la visión apenas me alcanzaba para pinchar en el lugar exacto que recordaba hacer con mi abuela (me entró miedo pensando que pudiese hacerle daño en una arteria o aorta) yendo de nuevo a los dichosos botones). ç

Por desgracia para mí, uno de esos 8 putos botones era el que también encendía las luces del salón y del comedor, así que armándome de valor pulsé uno de ellos. Como era de esperar debido a mi cerebro putrefacto con una falta alarmante de neuronas, apreté el puñetero botón de la radio. De nuevo el cara al sol fue la marcha militar que ponía ritmo a mi trasnochada historia de locos con Doña Clementina.

Tras varios intentos por apagar la radio, dí con el botón que encendía las luces del salón.

- Ahora vuelvo y apago la puta radio, primero es pinchar la - Mientras me acercaba hasta el sofá.

Conseguí pinchar su muslo con la dichosa insulina, pude fijarme que respiraba de manera normal y que la sangre ya empezaba a tener un tono más negruzco, fuere lo que fuere lo que se rompiese al caer al suelo, estaba ya solucionado (al menos en desangrarse, claro).

Con cara de satisfacción cerré los ojos pensando que estaba todo el trabajo hecho, ahora sólo faltaba apagar la radio, cambiarme de ropa y antes de todo esto llamar a urgencias para que viniesen a buscar a Doña Clementina.

Y cerré tanto los ojos, sintiéndome tan agusto que debí desmayarme, dormirme o yo que coño sé. Mi siguiente recuerdo es despertarme en un calabozo de la guardia civil, acusado de drogarme con heroína tras haber pegado una paliza a una anciana que tenía las faldas subidas.

Fueron cinco horas en un calabozo yo sólo ya que según los guardias civiles "los violadores de ancianas estaban mal vistos". Yo preguntaba todo el rato por Doña Clementina, acojonado de que sí la había pasado algo peor no pudiese ella contar la verdad de todo lo ocurrido.

- Violador de ancianas, yonki y franquista, joder menudos porteros tiene la peña - Escuché a uno de los guardias civiles.

A las 3 de la mañana, tras haber pasado un reconocimiento médico por mi "supuesta adicción" a la heroína (supongo que era por si necesitaba metadona, al salir todo negativo ya empezaron a creer mi historia sobre la puñetera insulina), se acercó uno de los guardias civiles al calabozo que yo ocupaba;

- Has tenido suerte chaval, la señora ha despertado del coma diabetico y ha corroborado tu versión de absolutamente todo - Mientras me miraba aún con cara de asco - Si la señora llega a morir te hubiese caído una buena.

La comisaría se encontraba a menos de 500 metros de mi edificio, pensé en ir al Hospital a ver a Doña Clementina, pero sinceramente se me caía la cara de verguenza, además de que no tenía ganas de ver a ningún familiar de la susodicha.

Iba pensando en mi vida, en todo este tiempo como portero junto a los pros y contras que esto había traído en mi vida. Estabilidad, dinero, una casa pero a la vez una situación de nerviosismo y caos que seguramente iba implícito en mi manera de ser.

Ya tenía ganas de llegar a mi edificio, fumarme un cigarrito de la risa mientras Morfeo me atrapaba entre sueños... Llegué, abrí la puerta de mi casa, me fumé un porro, hable con Manuela viendo vídeos por internet y me fui a dormir. Qué cojones estaba haciendo con mi vida...

CAPITULO 49: LA CAUDILLA COMUNITARIA (PARTE 1)

Era un sábado por la mañana bien temprano, de esos días que a uno le gusta trabajar a su aire (aunque por contrato de lunes a viernes haga las 40 horas establecidas, me gusta trabajar en pequeñas cosas de mantenimiento sin nadie tocándome los cojones). Mientras mis párpados se cerraban debido a los rayos de la estrella roja escuché a Jaime el hijo de Angelote cómo descargaba refrescos del camión de reparto.

Dentro de mis antepasados debe haber fuertes vínculos judíos ya que casi todos los sábados cuando les traen refrescos aprovecho para acercarme con la excusa de que tengo mucha sed por el trabajo consiguiendo una bebida gratis. Esto para Jaime que seguramente sea mucho más inteligente que yo es algo que toma cómo un juego entreteniéndose de las artimañas que uno se monta para expandir su tacañería aún más.

- ¿Qué prefieres Trina o Fanta? - Dijo Jaime adelantándose a mis movimientos - Por cierto esta noche vamos a salir a lo Pajares y Esteso algunos del barrio, ¿quieres venir? - Firmando el albarán al transportista.

- Pufff... esta noche juega el Real Madrid de pretemporada y tenía pensado ver cómo pierden... - Rascándome la barbilla - Aún así esta tarde cuando pase a ver a tu bar los partidos de verano ya te confirmo, dame Fanta jefe.

- Joder Julio, podrías venir - Golpeando mi hombro a modo amistoso - Además, el viejo también se apunta y con dos copas ya anda igual de ciego que un topo con miopía - Riéndose a carcajadas

Tras seguir hablando un rato con Jaime me acabé despidiendo de él volviendo a mis tareas. Mientras terminaba de dar forma a un seto pensaba en las risas que podía echarme con el bueno de Angelote. Si bien es cierto que el cabrón tiene un aguante sublime a lo que bebida se refiere, cuando lleva un par de copitas se cree el macho alfa de la manada, dando discursos sobre el devenir de la vida que un niño de 5 años con déficit de atención haciendo cuatro tareas distintas a la vez haría mejor.

Aunque por otro lado es fútbol es el fútbol. Si bien es cierto que adelgacé muchísimo ya para estas épocas, no creo que saliendo de fiesta acabe ligando ya que esas probabilidades en mi persona son bastante escasas. Un ruido me saco de mis pensamientos, era como una salida de tubo de escape mal colocada en un motor a punto de pasar a mejor vida.

Y allí entro en escena la Señorita Berlut con su nuevo mozo, aquel chaval macarra días antes había dado de leches además de confesarme tanto Emilio el madero cómo la propia Jessi "que le pongo". Ella bajó con una sugerente falda por encima de las rodillas mientras se despedía de su trigésima pareja en lo que va de año con un largo beso de tornillo. Aunque bueno en ese momento quién hablaba era mi envidia.

Por otro lado me hacía gracia que ese chaval, tras la pelea, se disculpó mediante Jessica, ya que ella le explicó el tinglado, creyéndole este. A veces el karma no es suficiente para algunos, que moran por la villa del señor cómo reyes y reinas del desparpajo.

Tras ver a Jessica me dí la vuelta para que no me viese o en caso de hacerlo no dar pié a ninguna conversación. Lo que me había quedado claro tras esto es que esta noche tocaba salir de fiesta. Y vaya que sí salí....

Bordeé el edificio para no cruzarme con la señorita Berlut y subí directamente por el portal transcurridos unos minutos. Una vez que llegué a mi casa hice unas cuantas flexiones y me dicerní con Manuela sobre unas sugerentes fotos de bikinis "brasileiros" en las imágenes del buscador de internet.

Al empezar la tarde, sobre las cuatro aproximadamente, empecé a pintar unos rodapiés del edificio con el fin de conseguir algo de tiempo antes de que comenzasen los partidos de fútbol de segunda división.

Cuando eran las seis de la tarde aproximadamente algún que otro vecino me entretuvo charlando desde sus balcones cuando me encontraba tirando a la basura los restos de pintura y cinta corredera. Me gusta interactuar con mis vecinos, saber cómo piensa quién te paga  hace que sepas valorar más aún tu puesto. Ser portero es parecido a ser un político, con la diferencia de que te pasas de campaña todo el día además de tener que cumplir tus promesas por cojones.

Empezaba a sudar con la misma intensidad que cuando era pequeño y comíamos barbaboa en casa de mi tío Julián, mientras chorretones de salsa barbacoa caían por el costado de mi cara y el sol atizaba mi sesera. Antes de que un golpe de calor (por no decir insolación) me dejase K.O, decidí entrar en casa y descansar un poco.

Decidí subir hasta mi piso por las escaleras saltando a la pata coja de dos en dos, llevaba un mes más o menos realizando este ejercicio, usando una pierna en cada rellano, consiguiendo mucha masa muscular. El único miedo que tenía es que alguno de mis más de 60 jefes me viesen pegando saltitos cómo si tuviese más retraso del que ya gasto de manera natural.

Ya encontrándome por el cuarto, apareció Doña Clementina, una señora que había vuelto recientemente de Valencia, dónde vivió por más de 10 años junto a su hijo y nuera. Al bueno de su pequeño le volvieron a destinar a estos lares dejando a su madre en la casa donde ella vivía con Don Cosme, el marido de Clementina que falleció hace ya 12 años (Que en paz descanse).

Doña Clementina tenía el pelo blanco brillante, algo rizado, débil y muy corto. Era excesivamente delgada, de estas personas que para dar un paso, aunque debido a su nerviosismo, es a paso rápido, no avanza ni la mitad que un caracol con problemas motrices.

Solía vestir con trajes negros que yo defino cómo "señora mayor de pueblo" atabiada con un collar de la virgen de los Ojos Grandes, en honor a su abuela, una señora de alta cuna originaria de Lugo (donde procesan devoción a esta virgen).

Lo más curioso de ella eran sus zapatillas de andar por casa que siempre llevaba consigo, o, cuando subía a los trasteros, siempre iba descalza a ellos, algo que me sorprendía por que, aunque estuviesen muy limpios, no dejaban de ser zonas comunales con peores acabados que el resto del edificio.

- Julio hijo, ¿que haces trabajando un sábado? - Paseando por el pasillo de su planta - Deberías descansar más, que esas cosas luego nadie las agradece - teniendo más razón que un Santo.

- No es por agradar, compromiso o querer quedar bien Doña Clementina - Mientras sonreía y ofrecía mi ante brazo para pasear con ella - Pero si que es verdad que mucha gente no me deja realizar mi trabajo durante el horario, no por mala fé, si no por desconocimiento - Suspirando - Así que para no tener malos entendidos con nadie, hago ciertas tareas fuera de horario.

- Pero eso no deja de quitarte tiempo, hijo - Agarrándose a mi brazo y comenzando ambos la rutina caminante.

- Claro que me lo quíta Doña Clementina, pero me otorga calma, tranquilidad y sobre todo no tener que escuchar mentiras sin mala fé, pero que descontextualizadas sólo crean confusión - Llegando casí a la puerta de su casa.

- ¿Te apetece entrar Julio? - Sacando las llaves de su casa del bolsillo del vestido - Hice una fabulosa tarta con las manzanas de mi hija la mayor, que tiene una finca en Gerona - Ya entrando hasta su casa - Además, la semana que viene me voy de vacaciones, necesito que airees la casa y riegues las plantas

- No hay problema Doña Clementina, entremos dentro y veamos que pedazo de tarta ha preparado, tengo curiosidad por sus gustos culinarios (Pillines, no pienso en lentejas ni en Crash Bandicoot) - Cerrando la puerta de su casa.

- Bueno pues mientras preparo un café, siéntate en el salón o sal a la terraza para que veas las plantas - Yendo la buena samaritana a la cocina.

Me encantaba el pasillo de la casa. La única razón es que estaba forrada de madera y se notaba que el trabajo estaba hecho por un maestro ebanista, los decorados de la madera, que ya deberían tener decenas de años, era una obra artesanal de las que hoy en día no es que cuesten mucho dinero, es que encuentras muy pocos que sepan hacerlo.

Seguí avanzando por el pasillo para llegar al salón, tenía curiosidad de ver que plantas debería regar, ya que tengo un truco, en función del tamaño de estas, coloco goteadores de agua, supervisando una vez por semana que todo funcione bien olvidándome así de tener que regar diariamente o cada "x" días.

Cuando estaba llegando casi al final del pasillo, iba yo despistado mirando el fino trabajo del maestro carpintero cuando ...

- ¡Pum! - Golpeándome contra un objeto contundente - ¡Ay, mi hombro!

Lo que más me sorprendió es que con mi peso, el objeto ni se moviese de su lugar aparte de haberme hecho trizas el hombro.

- Uy Julio, cuidadín, olvidé que Don Paco está ahí vigilando siempre - Escuchándose ruidos de cacerolas.

-¿Don Paco? - Extrañado volteando mi cuerpo para ver el objeto - ¿Será un busto de su marido? Si se llamaba Don Cosme...¡Coño! - Exclamé en bajito.

Y tan bajito,  era una estatua a tamaño real de Francisco Franco con su traje característico junto a la capa de zorro. Un problema de estos pasillos es la falta de luz cuando se colocan esterillas o cortinas en las ventanas impidiendo que la luz pentre. Doña Clementina poseía unas cortinas de terciopelo de origen árabe, en un color rojizo que provocaba que la luz que penetraba fuese casi del mismo color que la propia madera, sin iluminar un carajo.

- ¡Ais Julio! - apareciendo Doña Clementina por detrás - Este busto del "Caudillo" es un regalo que le hizo el mismo en la inauguración de un pantano en el 63. - Mientras con un paño daba brillo al busto - ¿No te habrás lastimado verdad? - Mirando más al busto que a mi mismo.

- Pues no Doña Clementina, no me pasó nada con el Caudillo, jejeje - Dirigiéndome rápidamente para el salón, intentando así salir de esa tensa situación.

Y... madre mía señores... Ese pasillo... Era todo un homenaje al Franquismo Español en su más alto grado... Fotos de Primo de Rivera, de Franco, Fraga, Carmen "La Collares", Tejero dando el golpe de Estado... Esta señora era una yonki del franquismo, algunas personas se drogan para alterar su estado de ánimo, esta señora con ver una foto del valle de los caídos ya tiene "merca" para rato por sus venas...

Me senté tranquilamente en el sofá mientras curioseaba con la mirada las estanterías de madera que decoraban el salón, como siempre haciendo uso de mi puto trastorno obsesivo fijándome de que muchas de ellas estaban torcidas. Aparte de eso, muchas fotos de sus innumerables hijos, nietos, bis nietos y un largo etcétera.

Al cabo de unos minutos apareció Doña Clementina con una bandeja, apremiándome a ayudar con la faena.

- Vayamos mejor a la terraza, Miguelito - No sé por qué, pero muchas veces me llama "Miguelito"

La verdad es que el sol pegaba con firmeza a esas horas de ya los comienzos de la tarde y el aperitivo preparado por mi "Caudilla" me sentó a las mil maravillas. Una tarta de manzana con gajos de esta totalmente naturales y una crema pastelera que ni yo mismo cuando improviso a cocinitas con "Manuela".

Doña Clementina y yo, tras tomar algo nos quedamos tranquilamente disfrutando de los rayos de sol y de las urbanitas vistas de la casa. A lo lejos se veía el Junquer´s Park, curiosamente los chicos que antes frecuentaban ( y me puteaban ) casi a diario habían desaparecido por un nuevo grupo de chavales latinos.

Antes de que muchos se lleven las manos a la cabeza, que os veo venir, estamos hablando de un "cambio" de parques pacífico. Los chavales Junquer´s se habían pasado a una nueva moda llamada "Parkour" que vamos, en mi época de mozo ya existía pero no con la masificación de ahora.

Entonces estos iban al otro parque del barrio, donde había máquinas para ejercicios de Calistenia que aparte de dos "mataos" no usaba nadie, un buen uso de mi dinero en impuestos (si bien es cierto que ese parque, no lo piso ni delgado, por la verguenza de ser incapaz de hacer tres dominadas seguidas).

Y estos chavales latinos, sabía por Angelote, que era amigo del padre de uno de los chavales, que se juntaban allí para jugar en las pistas de basquet por un equipo municipal que habían formado. Y joder, esa era la realidad, estos chicos latinos no causaban problemas en mi comunidad y alrededores, no se drogaban, mucho menos armaban jaleos, no cómo los Junquer´s Team.

Y a buena hora tuve la grata idea de comentar en voz alta:

- Ha visto Doña Clementina a la juventud - Señalando a los chicos latinos - Están todo el día haciendo baloncesto, sin duda eso es salud no cómo los otros chicos que se juntaban allí antes.

-¿Quiénes? - Gritando en voz alta con una vena por la frente notoria - ¿Los Bolivarianos esos? - Gritando aún más fuerte - Esos hijos de la hoz y el mart...

- ¡Pum! - La Caudilla del edificio cayó desplomada al suelo.

- ¡Clementina! ¡Joder! ¡Contesta! - Mientras me agachaba - ¿Y ahora qué coño hago? - Pensé en voz alta.

CONTINUARÁ




CAPITULO 48: LOS OCUPAS (PARTE 5)



Estaba totalmente bloqueado, ¿qué cojones debería hacer? Por un lado si dejaba pasar mucho tiempo, estaría obligando a pitufo a gruñón a descubrirse jodiendo así todo el operativo que lleve montado, por otro lado sólo me queda una cosa por hacer, aunque ahora tenga por cojones dos canicas, hay que ponerla sobre la mesa:

Me tiré al suelo agarrando la placa lo primero para que no se viese la cara de pitufo gruñón a la vez que el arma. Tras ello me levanté lo más rapido que dieron de sí mis piernas y grité lo siguiente mientras sostenía el arma en mi mano derecha:

- Ministerio del Interior - Gritando con vehemencia - Abandonen inmediatamente todos el lugar...¡Ya! Derrepente todo el mundo empezó a salir corriendo de la habitación dirección a la calle, muchos olvidando sus móviles, dinero, etc.

Usted caballero, quédese aquí - Señalando a pitufo gruñón - Y usted señorita, abandone el lugar y ayude a su novio - Dirigiéndome a Jessica - Quiero la casa despejada en cinco minutos - Dirigiendome a los pocos que allí ya quedaban.

- Toma, esto es tuyo - Disimuladamente dándole el arma y la placa a, ya podemos decir su nombre, Emilio - Tú chaval quédate aquí, que te tenemos muy fichado desde arriba - Dirigiéndome a Emilio.

- Joder Agente, eres un cabrón, ¡Libertad, abajo la tiranía policial! - Mis ojos no creían lo que veían y mis reconstruidos oídos mucho menos lo que escuchaban - Gracias a Dios, el agente Emilio estaba colaborando conmigo y vislumbraba luz al final del túnel.

Tras marcharse todo el mundo del lugar me senté en el borde de la cama de Emilio mientras ya respiraba profundamente y despegaba mi camiseta llena de sangre cornuda de mi espalda.

- Verás Emilio - mientras me encendía un canuto de un cenicero - Yo cómo portero de la finca no puedo permitir que haya ocupas aquí, no soy gilipollas, sé que si estos chavales llaman a la policía declarándose ocupas de aquí o tú mismo lo pides en comisaría aquí os quedaís. Pero creo que podemos llegar a un acuerdo si todos cedemos un poco.

- Mira, Julio, desde un principio sabía que eras el portero del lugar, era algo que ya estaba investigado por parte de la policía digamos... política como tú has dicho, para no enrollarnos - Mientras cerraba la puerta de su habitación.

- Entonces, ¿el paripé de dejarme entrar en la fiesta o en la habitación a solas con Jessica? No tiene sentido - Rascando mi barbilla.

- Por qué sabemos gracias a whatsapp de Jessica, que el baboso del portero la mete fichas - Pero qué hija de puta la niñata - Y supuse que tú unica intención era follartela, porque en sus mensajes pone que la pones cachonda - Ahora ya me parecía menos hija de puta la chavala.

- Pero tronco, dejar entrar a un tío en tu habitación teniendo el arma ahí al alcance de cualquiera... - levantandome de la cama.

- Eso fué un fallo absurdo por mi parte, en este trabajo, con tanto fumar porros, echar polvos con universitarias y las putas charlas filosóficas, uno acaba perdiendo un poco la cabeza - Me estaba dando envidia el cabrón - Y cometí el fallo de dejaron entrar sin antes haber guardado la mochila, lo olvidé por completo - Mirando por la ventana de la habitación - Mira, se están marchando todos del lugar.

Me asomé a la ventana y efectivamente, todos los integrantes de la fiesta se estaban marchando del lugar, y lo qué es mejor, los otros ocupas estaban ya fuera con sus bártulos, por ahora todo parecía un triunfo aplastante.

- Jajaja - riéndome a carcajada limpia - Eso significa qué he ganado, ¿no? - Mirando a emilio fijamente a los ojos - ¿Se van para no volver verdad?

- Pues no Julio, te equivocas - con una sonrisa parecida a la del sapientín de clase cuando alguien se equivoca en la pizarra - Están yendo a guardar las cosas a alguna calle aledaña  y van a llamar al señor Costa, el abogado que asesora a este grupo para realizar sus ocupaciones ilegales.

Emilio me estuvo costando que alrededor de la madrugada aparecerían de nuevo, reventarían el bombín colocando un escrito que les daría el abogado de que era una casa ocupada. Acto seguido, llamarían a la policía para notificar la ocupación y magia hecha señores, dos años o más que estarían aquí.

- De hecho tuviste mucha suerte Julio - Dijo Pitufo Gruñón - Mañana mismo se iba a proceder a "legalizar" la ocupación con los pasos que describí anteriormente - Mientras recogía las cosas de su mochila - Me voy, pero por lástima para tí esta noche volverán al lugar, y con el abogado.

- Pero ya no hay nada aquí de ellos, si me meto yo a vivir diciendo que el portero vive aquí actualmente, la policía no podría decir nada - poniendo yo cara de sapientín ahora - ¿No?

- Pues, respuesta incorrecta, hay videos de cómo se ocupó la casa, la distribución de las habitaciones, etc - Sería más complicado, pero meterías a la comunidad en pleitos.

En ese momento, ya sin apenas fuerzas en el cuerpo, con dolor en la puta espalda por Carlos, el nuevo "cornu-novio" de Jessica, en un último esfuerzo por llegar a algún acuerdo, llamé a Don César pidiéndole que bajase hasta el piso.

El pobre hombre al entrar y no ver a nadie vino corriendo a abrazarme, me daba pena decirle que, aunque ahora no viese a nadie, iban a volver con un abogado.

- Don César, siéntate por favor y habla con Don Emilio Gracena, el policía de incógnito que está infiltrado en este operativo - Señalando a Emilio.

- Cada vez menos infiltrado, por lo que parece - Dijo Emilio en tono sarcástico.

Don César y Emilio empezaron a discutir sobre cosas que verdaderamente este último no tenía la culpa, ya que no legislaba cumpliendo sólo con lo que sus jefes le mandan.Yo miraba por la ventana, todo estaba tan tranquilo, sin ruidos extraños, sin niños con drumm and bass todo el día puesto oliendo todo el edificio a Marihuana (los vicios en la casa propia de cada uno y sin molestar al prójimo).

Miraba hacie el fondo acordándome de mis primeras aventuras para bajar la barriga, cuando me adentraba en las peores calles del barrio acabando en el hospital con una paliza por una agradable familia... ¡Coño, la calle de las estrellitas!

La calle de las estrellitas era una avenida que acababa en un callejón sin salida. Hasta hace un año había sido la zona de venta de drogas, donde además muchos toxicómanos dormían. Pero la ampliación de otro de los centros de la droga y varias redadas al lugar, provocaron que ahora nadie viva allí.

- Chavales, tengo una solución - Dije seriamente - La calle de las estrellitas
- ¿La calle de las estrellitas? - Dijo Emilio cabreado - Eso esta lleno de camellos y yonkis
- Estaba - Dijo Don César - Ahora no queda ni uno y es verdad que allí no viven ni vagabundo - Suspirando - Además de ya tener toda esa zona la electricidad pinchada, hasta agua, joder y vienen ustedes a dar por culo a una comunidad que paga sus impuestos.

Emilio se quedó durante varios minutos pensando mientras sacaba de la mochila un walkie talkie para hablar con sus compañeros:

- Aquí calamar sereno a chipirón calentito, conteste - Dijo Emilio - Solicito un vehiculo uniformado para la calle de las estrellitas lo antes posible, gracias.

- Por cierto calamar sereno, nos comunican que envíemos a una patrulla a por el portero, por una presunta agresión a un chico, ¿procedemos? - Se escuchó al otro lado.

Me cago en la puta, el muy subnormal del enano cornudo, no sólo contento de iniciar una pelea cual koala agresivo territorial, me denuncia. Seguramente haya presionado a Jessica (o quizás no) para que esto ocurra.

En ese momento Emilio me miró de arriba a abajo, en cierto modo le daba lástima por la situación ya que era consciente del marrón que le había solucionado. Sin más tiempo para pensar por mi parte, ya que pensaba intentar hablar con él, contestó al aparato.

- ¿El agredido presenta lesiones de gravedad? - Preguntó Emilio.
- Para nada, magulladuras y un corte de medio centimetro poco profundo en la cabeza. - Contestaron al otro lado del walkie. - Placas de cabeza correctas y nada roto.
- Perfecto, pues busquen a otra persona, ya que el portero estaba conmigo en todo momento y él no ha sido. Era un chico llamado "cachibaches" que vive por la ronda de las angustias. Su dirección viene junto a su apodo en la ficha electrónica.
- Perfecto compañero, ahora mandamos a las Estrellitas una patrulla y decimos al agredido que el portero no ha sido ya que consta de coartada policial.

Emilio no era consciente de que me había salvado mi pescuezo laboral, ya que a veces los porteros realizamos actos desmedidos con tal de contentar, defender u obedecer a los propietarios por el bien comunitario. Yo no tendría que haberme colado, ni haber hecho el gilipollas, pero bien es cierto que si hubiese dejado a Don César llamar a la policía en un primer momento, hubiésemos tenido ocupas para rato.

La tarde terminó con los ocupas ocupando la calle de las Estrellitas, Don César celebrando la victoria en el bar de Angelote y yo recogiendo la casa ya desocupada tranquilamente. Entre el botín que obtuve de las pertenencias que quedaron allí de los ocupas fueron tres móviles de gama alta, dos de gama media, 5 de gama baja, 400 euros y diversas drogas.

Qué decir que mi móvil chinorris fué remplazado por un maravilloso iphone sin bloqueo de icloud que conseguí y mientras dejaba la casa cómo los chorros del oro, me fumé un porro de unos 30 gramos de hachís que algún camello se dejó cuando oyó la palabra "policía" en una casa ocupa.

Debo decir también qué Jessica me estuvo llamando toda la tarde y noche, supongo que para ponerme a parir o mandarme a tomar por culo por pegar a su novio. Pasando de malos rollos y celebrando la victoria desconecté mi nuevo iphone dispuniendo a dormir.

Me acurruqué en los brazos de Morfeo y las horas discurrieron en mi cama mientras el calor hacía mella en mis glándulas sudoríparas, dejando mis sábanas cómo ricky martin en los 90 las bragas de los conciertos multitudinarios.

Por la noche me desperté con ganas de mear y mientras preparaba una taza de chocolate caliente al haberme desvelado, decidí encender el móvil, en él tenía un SMS de Jessica que ponía:

" Julio, mil perdones por lo que hizo hoy mi ahora ex novio. También debo disculparme por todo el rollo de la casa ocupa, el no haberte avisado me convierte en una pésima persona y una horrible amiga. Espero que sepas perdonarme... P.D: estabas muy sexy sin camiseta..."

CONTINUARÁ






CAPITULO 47: LOS OCUPAS (PARTE 4)

Tras dos intensos minutos dónde Jessi y yo nos movíamos en circulos alrededor de la habitación cómo unas peonzas, Pitufo Madero Gruñón seguía aún detrás de la puerta aporreando con la misma fuerza que un putero la casa de su "madamme" a las cuatro de la mañana.



- Ya va, ya va - dije con voz calmada - Un segundo guapetón.
- Ni guapetón ni pollas, que esa es mi habitación, es mía - curioso estos ocupas, ahora es "suyo" - Abrid echando leches y ni se os ocurra tocar mis cosas.

Yo podía olerme que con eso de "no tocar sus cosas" él se estaba refiriendo en concreto a su mochila, dónde además de la placa, llevaba un arma y algo de dinero. Tras hacer gestos a Jessica en silencio, agarré la placa que aún sostenía entre sus manos y me dispuse a colocarla en el mismo lugar de dónde ella la sacó.

Jessica llevaba una camiseta con botones y le susurré que se bajase todos los botones. Mi idea era fingir que eramos amantes (dado que Jessica tenía un rollo) y que lo de ser homosexual era una excusa para poder magrearnos algo.

Para que nadie viese nada (sabiendo que éste tío era madero, ni comentaría nada) le pedí a Jessi que se recostase sobre la cama y abriría yo la puerta. Cuando ya ella estaba en la zona acordada, procedí a quitar el pestillo y abrir lentamente...

- Perdona jefe, pasa que te explicamos - Entornando la puerta para que nadie pudiese ver desde el exterior - Pero entra tú solo tío

- Bueno, es que no estoy sólo - abriendo la puerta de par en par - También ha venido Carlos, el novio de Jess...¡Joder pero qué putón! - Gritó Pitufó gruñón.

A todo esto, yo me había bajado la bragueta y quitado la camiseta, para dar más veracidad al asunto. Mientras el pitufo entraba, pude ver que Carlos hacía acto de presencia también en el lugar. Era un chaval jovencito, de unos 20 tacos cómo mucho. Estaba calvo perdido de la azotea y para que no se notase se rapaba al cero dejándose barba y perilla.

No mediría mucho más que Pitufo Madero, aunque los novios enanos es una cualidad de Jessica, no se por qué pero siempre se los echa Campeones de baloncesto para jardines de pigmeos. Eso sí, debo reconocer que el enano número dos del capitulo tenía una barba envidiable, más poblada que las cejas del propio Manuel Sanchís (con permiso de Don Fernando Hierro).

En este momento me importaba poco que el pitufo perteneciese a las fuerzas del ordén del Estado, me importaba más no recibir unas ostias de un novio enfurecido por unos cuernos que encima ni han existido. Jessica al ver entrar al novio empezó a abrocharse los botones mientras la muchedumbre de la fiesta se agolpó alrededor de la habitación mientras la música de canta autor entristecido se paraba de golpe.

Carlos, el novio de Jessica dirigió su mirada a mis ojos, mientras se escuchaban murmullos de los allí presentes cómo "Esta va de mosquita muerta, pero es más puta que Reme, la de tercero". Me hacía gracia ver cómo los estereotipos machistas estaban más que presentes en lo que se suponia era una fiesta de personas de izquierdas, abiertas de mente y nutridas de equidad.

- ¡Woooorld Staaaaar! - gritó un subnormal mientras grababa en vertical con su teléfono móvil - Que empieze el show

Yo sabía a que se refería, ví en internet, que en Estados Unidos cuando va a haber una pelea, la gente grita "World Start!" o cosas similares. Vamos, que iban a caer ostias. Yo algo acojonado me puse en posición de guardia mientras que Carlos empezó a dar saltos como un actor secundario del planeta de los simios mientras gritaba "que me iban a caer muchas ostias, pipiolo".

Lo de pipiolo encendió mi vena psicópata y mi presión sanguínea aumentó notoriamente. No es que sea alguien experto en peleas, ni mucho menos. Pero soy un tío frío, cuando tengo miedo, es un miedo calmado, en mí es peor la ansiedad que a veces sufro en mi vida por el TOC que los momentos de miedo o situaciones violentas, se salir mejor parado.

Recuerdo una vez en un autobús a las cuatro de la madrugada, volviendo con mis amigos a mi barrio pijo dónde me crié, que unos niñatos de 18 o 19 años (teniendo yo unos 24) empezaron a insultar a un chaval que era gordo.

El chico gordito se bajó en la siguiente parada con los ojos vidriosos, y lo peor de todo es que iba acompañado de una chavala que, con la menor de las empatías se mpezó a reir mientras dijo:

- Es qué estás muy gordo  hijo - Mientras bajaban ya del autobús.

Yo en esa época pesaba 68 kilos (en comparación con mis 110 kilos de ahora) pero por suerte o por desgracia siempre tuve sentido de la justicia, y no hay nada que más me toque los cojones que quiénes abusan de otros por divertirse.

Yo debo confesar que me divierto jodiendo a quiénes hacen daño a otros , es algo así cómo que si te crees el puto alfa de la manada, verás, hay lobos solitarios que luchamos por la justicia najtural, lógica, no la legislada, estando además como puñeteras cabras, mezcla eso con algo de inteligencia y lo que para tí fué un juego puteando a otro yo lo convertiré en una experiencia inolvidable para tu vida.

Es lo único que me diferencia de un psicópata, mi empatía con cualquier otra persona, sabiendo ponerme en su situación y sufriendo por ello. De hecho no soy peligroso para nadie más que para mi propio porvenir, ya que cuido más de los demás que de mi propio rumbo vital.

Volviendo al tema, cuando el chaval bajó del autobús, me levanté de mi asiento dirigiéndome a los dos subnormales del año, un par de enanos famélicos con el pelo cenicero y las encías de los dientes comidas del "eme" que tomaban.

- Veamos, los dos subnormales del fondo, ¿os divierte meteros con los gordos? - Acercándome a ellos - Veamos, tu eres enano, con cara de deficiente y tu amigo se cree un hombre porque se ha puesto esta tarde un pendiente, ¡tú, subnormal!- dirigiéndome al chaval del pendiente - limpiáte la puta sangre de la oreja, que dás asco.

A todo esto el autobús estaba absolutamente en silencio, mis dos amigos callados y solo se escuchaba mi voz. Los dos chavales miraban al suelo mientras yo soltaba un repertorio de insultos sarcásticos riéndome de sus defectos físicos.

Al final del todo, me calenté en exceso perdiendo los papeles, intentando sacar a uno de los chavales del autobús para pegarme con él.

- Venga, retrasados - Haciendo gestos para que bajasen - Venid los dos que os voy a dejar la cara bonita para que vuestras mamis os den besitos de ositos - yendo hacia la puerta del autobús, que además coincidía con nuestra parada.

Derrepente, no se levantaron los dos chavales, ¡Se levantó todo el fondo del autobús! Sin ser exagerados, aproximadamente unos 20 chavales y 10 chavales se bajaron del autobús junto a nosotros...

- Joder Julio, ya la estás liando - Dijo Nacho, uno de mis amigos - Qué cojones te importaba a ti el gordo ni que fueses a follar con él  - Bastante cabreado.

Tras esto, el más fuerte de todos ellos, un tío de unos 20 años que se notaba que por sus venas corría el Winstroll cómo por las venas del fary todo el arte patrio, se colocó delante de todos, cómo expresando corporalmente que él sería mi adversario.

- Coño, los dos "golums" empastillados mandan a su gorila ciego de Winstroll para darme una lección - Mientras me reía.

El cabrón tomaba Winstroll. Porque la cara de odio que me puso era digna de un nazi mirando a un judío a principio de los años 30 que acaba de casarse con el amor de su infancia, qué cara me puso el condenado.

- Uy, ¿y esa carita que me pones Macaco hormonado? - Dije acercándome a él - Qué pasa que hoy no se te ha puesto dura con alguna choni por tanto pinchazo y tienes ganas de dar ostias para contentar a tu cerebro de simio agresivo? - Empujándole.

Y esa fué una mala idea, el macaco cabrón, que debería pesar 90 kilos, me levantó por los aires y me zarandeó en él como un italiano fabricando una puta masa de pizza. Tras ello caí al suelo y pude ver su cara de macaco esquizofrénico acercándose a mi, más cerca aún ví su puño, que es lo último que ví, ya que tras eso perdí el conocimiento despertándome al lado de una señora de 50 años llamada Mercedes, que era enfermera del hospital donde me intervinieron para recomponer mi tabique y colocar una placa de titanio en mi frente.

Ese día fuí de héroe llevándome 40 puntos de sutura por todo el cuerpo, dos intervenciones y eso sí, 7000 euros que me pagaron los papis del macaco de feria con problemas de auto control.

Ahora, volviendo al tema que nos concierne, antes de que la pelea comenzasé, pude ver a Pitufo Gruñón como se dirigía a por su mochila guardándola en un armario que cerró con llave, introduciéndola en su bolsillo.

Cuando quise volver a mirar a Carlos, el novio de la tan deseada y luchada Jessica, lo único que ví fué un puñetazo a mi cara. Caí al suelo, la muchedumbre gritaba como fieras y por primera vez tras mi operación de tímpano, éste empezó a dolerme de sobremanera. Carlos se avalanzó sobre mí, agarrándome por el cuello y lanzando puñetazos a mi estomago, todavía blando, pero cada vez más duro (por muy imcompatible que suene blando y duro juntos, quién este gordo haciendo abdominales, sabrá de lo que hablo).

El dolor de tímpano era insoportable y sinceramente, Carlos pegaba menos fuerte que una Barbie Malibú despues de dos caipiriñas, una raya y algo de folleteo con el Ken de turno. Me levanté del suelo con el subnormal enano encima mía cómo un koala agresivo defendiendo su puta rama de eucalipto.

Tras un minuto luchando por quitar su cuerpo de mi cuello, me acerqué hasta la pared donde se encontraba el armario. Empecé a golpear su cuerpo contra él mientras todo el mundo se quedó mudo.

- PUM PUM PUM - Usando todo mi cuerpo para golpear con fuerza.

A los pocos segundos, las manos de Carlos, que se movían como las patitas de un pajarillo devorado por un gato, dejaron de moverse. Empecé a sentir mucho sudor por mi espalda, joder estaba gordo, pero no para tanto.

Ya sí pude quitar a Carlos de mi espalda, el chaval tenía  una herida en la cabeza bastante grande pero poco profunda y aunque dormía como un bebé, respiraba con fuerza, sólo estaba ko.

Dejé su cuerpo en el suelo, y por algún motivo instintivo me sentía el puto rey de la jungla, me levanté irguiendo mi cuerpo lo máximo posible y colocando una pose facial que yo creía que debía ser sexy, aunque seguramente fuese más similar a un señor cagando con almorranas.

Todo el mundo gritaba, jadeaba y estaban medio locos, joder no era para tanto, el chaval había sangrado un poco, estaba ko, pero de una pieza y sin nada roto. Yo sin embargo, tenía dolor de cervicales por el puto enano saltarín y puta sangre seca del mozo por mi espalda.

Pero no me miraban a mi persona, todos dirigían la vista al suelo, justo al lado del armario. Temiéndome lo peor, miré allí y efectivamente, había roto el puto armario empotrado cayendo la mochila al suelo, dejando la pistola junto a la placa de policía al suelo.

Miré a pitufo gruñón, que estaba al lado de la puerta palido totalmente, y no por el porro que estaba fumando, si no porque su coartada como madero se iba a tomar por vientos frescos, ¿qué cojones hago ahora?

CONTINUARÁ




CAPITULO 46: LOS OCUPAS ( PARTE 3 )

Jessica me siguió el rollo sin hablar nada mientras yo decía en voz alta " joder que putada lo del charly ". Pitufo gruñón saludó con efusión a la señorita Berlut, suponiendo que ya se conocerían de ocasiones anteriores.

Yo ya me encontraba dentro, gracias a Dios pude ver que dentro había más personas treintañeras que yo. No había caído que era un ambiente universitario de letras, concretamente de humanidad y para ser más precisos de historiadores además de filósofos.

En este tipo de ambientes siempre podemos encontrar a los eternos estudiantes, aquellos chavales por llamarlos de alguna manera, que con más pelo en los cojones que en la cabeza siguen creyendo que viven en el "día de la marmota" y que estar de fiesta con post adolescentes es su firme modo de existir.



Eso para mi era una ventaja, ya que algunos sobre pasaban mi edad con creces, siendo una persona casi irreconocible a excepción de los "dueños", que por ahora no se habían enterado.

Nada más entrar fuimos directos a la zona de bebidas alcohólicas, previo pago a Pitufo Gruñón de 10 euros por persona. Allí pude explicar a Jessi lo que ocurría:

- Jessi perdona que te haya pasar este mal trago, pero estos chavales a los que conoces, están aquí de ocupas - Sirviéndome un whisky con hielo a palo seco.

- ¡Ah! - Dijo Jessi sonriendo - Ya lo sabía pero tranqui estas personas son de puta madre, creen en la ocupación auto gestionada, siendo fundamental su integración con la comunidad, supongo que dentro de unos días procederán con los trámites...

- ¿Que tú lo sabías? - Dije en voz baja cabreado - Tía, por este tipo de cosas una persona como yo pierde su trabajo, además, ¿qué tramites?

- Joder Julio... no es para tanto... - Dijo Jessica, demostrando su nivel de niñería - Pues los trámites para acabar mediando con el dueño de la casa y pagar un precio simbólico por su ocupación.

En ese momento miré para otro lado debido al cabreo que estaba cogiendo. Mi amiga o lo que yo creía que era una persona que al menos sentía empatía por mi, es conocedora de que unos putos ocupas van a venir a donde ella viva y yo trabajo. No contenta con ella, no me dice nada, no me avisa, además de parecer según ella algo "normal".

La primera idea que tuve en mi defenestrada cabeza era ir a los rellanos coger todos los extintores y vaciar cada uno de ellos dentro de la tráquea de cada uno de estos cenutrios. Agarré el puto vaso de whisky barato rebajando su contenido por mi esófago en cuestión de segundos.

Mis ojos empezaron a hacer chirivitas recorriendo un cosquilleo nervioso mi frente y mejillas. Mi cabreo seguía aumentando. Sonaba en esos momentos una música algo estridente, como entre quejas y lamentos. Me recordaba a la música de canta autores que ponía mi difunto padre en el coche cuando íbamos de viaje a ver a la tía Enriqueta a Segovia.

Y efectivamente, sin entrar en detalles de sus autores intelectuales, era música de canta autor de protesta española de los años 60/70. Al fondo, junto a la ventana que daba al patio de luces, dos señores melenudos de no menos de 35 años hacían un homenaje a Imanol Arias con sus chupas vaqueras repletas de pines revolucionarios mientras seleccionaban vinilos que colocaban en un viejo toca discos.

En ese momento me tocó improvisar, necesitaba sacar algún dato de estos chavales para así poder echarles de allí por las buenas, sin juicios que demuestren que viven aquí. Piensa, Julio, piensa:

- Jessi, tengo una idea y necesito que me ayudes - Dije susurrando
-¿Qué? - dijo cómo indignada - ¿No querrás que traicione más aún a mis amigos no?

Lo de esta señorita con las traiciones era como pedir a un franquista que no levante el brazo cuando ve un águila volar por el cielo. Aunque estábamos en un instante de la acción donde no había que levantar viejas heridas. La mejor manera de ganarte a alguien traicionero es ofreciendo una oferta suculenta:

- Mira sin rodeos - Susurrando de nuevo - Si me ayudas en todo este embrollo, te doy 200 euros además de 20 gramos de marihuana o hachís, lo que prefieras - Esperando un duro regateo
- ¡Joder! - Dijo sorprendida - ¿En serio tronco? - Mientras daba una vuelta sobre si misma.

En ese momento no supe interpretar si estaba ofendida o ilusionada, sólo sentía una opresión inmensa en el pecho ya que deseaba con todas mis grasas que esto pronto terminase.

- ¡Joder Julio, claro que sí! - Dándome un abrazo - Es muchísima pasta y además verde - Si supiese que ese verde viene de su ex...

Por un lado todo estaba correcto y la balanza de mis mezquinos actos a veces ponía las cosas en su lugar. Podría recriminar muchas cosas de Jessica, pero qué cojones, si yo no soy sincero con ella y mucho menos honrado, no tiene porque serlo ella conmigo.

- Trato hecho - Alargando mi brazo para estrechar su mano - Necesito entrar en la habitación del enano ese que nos abrió la puerta, debo recabar información suya para poder echarles por las buenas de aquí.

- Ven tengo una idea - Agarrándome del hombro - Tú sigueme el rollo - Sonriendo

Nos acercamos hasta la otra punta del salón donde estaba Pitufo Gruñón discutiendo sobre el alma intrínseca de los objetos intangibles con cuatro zumbados de la vida más...

- Oye Gregor - Joder menudo nombre tenía el enano saltarín - Necesito hablar con mi amigo con más intimidad... ¿podrías dejarme un rato tu habitación?

- Joder tronca... ¿no será para...? - Siendo cortada por Jessi antes de tiempo.

- ¡No! - Dijo de forma apresurada - Para nada, mi amigo esta muy triste, su novio le ha abandonado por un cubano de 20 años y está destrozado - ¿Pero qué cojones decía Jessi?

- Emmm... bueno siendo así no veo por qué no - contestó Gregor - Es la habitación justo detrás tuya al fondo, tenéis un pestillo dentro por si necesitáis más intimidad, lo siento tío - Dirigiéndose a mi

En un momento, sin saber qué cojones pasaba, pitufo gruñón, dos chavales con rastas y dos chicas de bastante buen ver se acercaron a mi para darme un abrazo grupal. Supuse que serían cosas de las nuevas juventudes siguiéndoles el rollo, feliz además por tener los tiernos senos de Jessi estrujados contra mi hombro...

Tras unos segundos que fueron eternos y con Manuela a punto de empezar a dilatar los vasos sanguíneos, los pechos de la señorita Berlut se despegaron de mi cuerpo y junto a ello la manada de jóvenes ocupas incorformistas llenos de amor que dar, recibir y usurpar (como la puta propiedad de la vivienda).

- Bueno, nosotros vamos yendo para la habitación, estoy realmente triste - Aprovechándome de la situación agarrando a Galletas María por la cintura - Gracias por todo bebés - Lanzando un besito al aire.

Cuando íbamos a nuestro destino, al Jerusalén de la cruzada comunitaria mi teléfono chinorris sonó, era Don César.

- Cuéntame jefe - Ya dentro de la habitación de Gregor.

- ¿Cómo va todo Julio? - Dijo Don César con voz preocupada - Oigo mucho ajetreo ahí dentro, ¿conseguiste algo de información que merezca la pena? - Con voz agitada.

- Acabo de conseguir acceder a la habitación de uno de los ocupas, por ahora sólo se que se llamaba Gregor y que estudia en filosofía del campus universitario de la ciudad - Cerrando con pestillo la puerta de Gregor.

- Bueno, yo precisamente soy amigo del sobrino del hermano del Decano - Sin entender un carajo de lo que decía - Si consigues sus apellidos ya podemos meter mano por allí - Ya con un tono mucho más relajado.


- Voy a colgar Don César, tengo mucho que mirar por aquí dentro - Mientras ojeaba fugazmente la habitación con mis ojos - Después te llamo - Colgando sin esperar contestación al otro lado.

El muy subnormal de pitufo gruñón había pintado toda la habitación con sprays además de cargarse las putas ventanas para crear una "a" anarquista con un puñetero trozo de cinta americana, la madre que lo parió.

Por lo demás era una habitación ordenada de un chaval de familia adinerada viviendo su aventura de ser un aventurero anti sistema a golpe de flauta y ladrido de perro. Olía a un incienso de rosas que se encontraba depositado en una estantería fatalmente colocada, con cuerdas enrolladas en los clavos para corregir su desnivel.


Tras divagar unos segundos, me puse manos a la obra. Busqué por toda la habitación el DNI o algún documento cómo el carné de conducir para poder averiguar más sobre estos tipejos. Tras estar minutos rebuscando por toda la habitación, no conseguí encontrar absolutamente nada.

- Joder Jessica, échame una mano, necesito encontrar algún documento de este chaval para ponerme en contacto con sus padres, qué seguramente no tengan ni idea de lo que hace su hijo - Mientras seguía buscando.

- ¿Te refieres a esto? - Dijo Jessica mientras sostenía en sus manos la cartera del chaval  - Y aquí está su DNI, su carné de conducir y ....¡Joder! - Grito Jessi llevándose las manos a la boca

- ¿Qué ocurre? - Pregunte extrañado - ¿El pitufo de los cojones está afiliado a la Falange y le gusta el "mambo" ocupa o qué? - esbozando mi típica risa de gilipollas perdido

- Es... es... - Jessi estaba blanca balbuceando... Policia Nacional...

- ¿Poli? - acercándome hasta ella - Joder debo llamar a Don Cés...

- ¿Ey, salís ya de ahí? - Pitufo "madero" gruñón empezó a porrear la puerta desde el otro lado

Piensa Julio, piensa...

CONTINUARÁ


CAPITULO 45: LOS OCUPAS (PARTE 2)

- ¡Joder Julio! - Gritó Don César - No vuelvas a faltarme al respeto así delante del administrador.
- Perdóname pero ibais a cometer el mayor error que ahora se puede cometer, avisar a la policía dando así un procedimiento donde ya figurarán como "habitantes" del domicilio - Mientras me encendía un cigarro intentando relajarme - Tenemos que actuar con frialdad.
- ¿Y qué cojones quieres hacer? - Preguntó Don César encogiéndose de brazos
- Pues hay dos formas, una más sutil y otra algo violenta - Dejando el cigarro en el cenicero - Empezaremos por el plan sutil y si no pasaremos al estilo Rambo.
- ¿En qué consiste eso Julio? - Desesperándose - A veces das demasiadas vueltas a los temas, déjate de historias y sé conciso
- Seguramente sean unos niños pijos de papá y mamá Don César - Mientras esbozaba una maléfica sonrisa.
- ¿Y? - replicó Don César
- Pues que sus papis les darán dinero de forma mensual y esperarán a cambio que sus nenes vivan en casitas de estudiantes con prestigio, no de ocupas pleiteándose con la justicia - Sentándome de nuevo.
- Estaré atento para ver si esta tarde se van todos de la casa, en caso de ser así saltaré desde la casa de Don Germán, desde su ventana puedo colarme al balcón de los chavales sin formar mucho escándalo.
 - ¿Y Don Germán? - Preguntó Don César - ¿Te dejará?
- Pues lo gracioso es que ahora mismo se encuentra en Budapest de viaje con sus hijos así que... teniendo en cuenta que tengo sus llaves... no hay problema.
- Genial, procederemos así, yo estaré atento para ver si los chiquillos salen de casa y te aviso por el móvil, tú por tu parte haz lo mismo.



Tras este planteamiento de cómo afrontar el asedio ocupa que afectaba a la comunidad, Don César se fué a su casa. Preparé en una olla algo de pasta y aproveché para hacer una serie de abdominales junto con algo de cardio.

Mientras hacia ejercicio imaginaba mis puños modificando la estrucutra de los pómulos de los "pitufos ocupas" como si fuese un cirujano de precisión prestigiosa operando a una señora septuagenaria que vió en televisión como una conocida marca de productos de belleza vendía un prototipo de "juventud superficial" que no se corresponde con la edad biológica.

Dejando al lado mis gilipolleces trasnochadas seguiré narrando la historia. Tras sudar unos 20 minutos escuché el pitido de la olla indicando que el punto de cocción era el idóneo. Salí a trote ligero hasta la cocina vertiendo sobre la pasta algo de tomate y cebolla.

Comí en la cocina pendiente de mi teléfono esperando alguna llamada de Don César indicando que los chavalillos ya no se encontraban en el lugar. Pero pasaban los minutos, transcurrían las horas y nadie me avisaba.

Ya era casi la hora de entrar a trabajar por la tarde cuando mi teléfono sonó. Era Don César así que me dispuse a coger el teléfono con prisa:

- ¿Don César se han ido ya los chavales? - Pregunté entusiasmado
 - Peor aún Julio, están montando una fiesta - suspirando - Los vecinos nos van a crujir.
- Una puta fiesta a las cuatro de la tarde, lo que me faltaba por ver, ni que fuesen unos adolescentes de 14 años - Cogiendo las llaves mi casa, las de Don Gérman y el móvil.
 - Si llamamos a la policía tienes razón, acabo de hablar con un amigo abogado y tendríamos líos judicales durante años con los gilipollas estos viviendo del bote aquí - Suspirando está vez más fuerte cómo un rinoceronte asmático en una laguna africana primaveral - Tienes que pasar al plan agresivo - Con voz decidida-
- Aún es pronto para ese plan Don César, primero veamos que podemos hacer, sólo necesito los carnets de identidad de esos chicos para poder buscar a sus padres - Cerrando la puerta de mi casa - Si es una fiesta voy a intentar colarme desde casa de Don Germán a ver si con el barullo no me reconocen.

Si el balcón estaba abierto podría colarme sin problemas, o al menos eso pensaba. Los pitufos ocupas me vieron antes con el mono de trabajo y una gorra denigrante que uso para que el sol no atice mis ojos con astigmatismo.

Quizás si me ven dentro me confundan cómo el "amigo de un amigo" de la Universidad. El plan tenía muchos fallos pero que iban a hacer , ¿denunciar a la policía?.

Llegué hasta la casa de Don Germán y ya podía escuchar música rap a todo trapo mientras mucha gente se reía sin parar. Así en una primera instancia contaba que habrían unos 20 tipejos dentro a las cuatro de la tarde armando jarana.

Abrí la puerta de Don Gérman y un olor rancio. cómo a madera con polvo recorrió mis fosas nasales. Don Germán era un antiguo cazador que mostraba orgulloso en su casa las cabezas de sus conquistas con la escopeta, al igual que una curiosa colección de armas que disponía en cristaleras de estructura de roble.

Era una casa señorial, con clase, aquellas que a cualquier buen amante de lo añejo, de aquellos años pasados que guardan las costumbres, tradiciones y un poco la radiografía de otra España perdida en el tiempo.

Durante unos minutos estuve contemplando los trofeos de caza al igual que aproveché para abrir las ventanas de la casa (en oscilo batiente , no fuera que se colasen más individuos) y asi airear un poco la zona.

Tras ello accedí hasta la ventana que comunicaba la casa de Don Germán con la casa de los pitufos ocupas. Con mis largas piernas conseguí introducirme dentro del balcón sin más complicación que un pequeño desgarro en las costuras de mis pantalones vaqueros, la dichosa manía de no llevar cinturón.

Joder, la puerta se encontraba cerrada y no había forma de acceder al interior. Aún así pude echar un vistazo al interior escondiéndome detrás de un cactus seco que olvidó la dueña de la casa antes de su viaje por el mundo.

El panorama era de lo más variopinto , distintos chiquillos de no más de 20 años fumaban canutos, bebían alcohol y bailaban al ritmo de la música. Estaban en distintos corros, supongo que representarían distintos grupos de amigos incluso quizás de universidades distinas (dentro del mismo campus, algo que ya se hacía en mi época de universitario, invitar a todo quisqui a fiestas con tal de mojar el churro).

Plan abortado, por aquí no hay entrada y eso de "¡Eh, chicos! un treintañero gordinflón se ha quedado aquí atrapado porque salió a tomar el aire traspasando la puerta del balcón, ¿me abrís?" no lo veía muy convincente.

También caía en que llevaba unos 10 años a todos los allí presentes, si quería colarme tendría que "integrarme" dentro de la chavalería. Subí corriendo por las escaleras hasta mi casa yendo directo al armario donde guardo mis camisetas de fútbol y ropa de chandal.

Cogí una camiseta de Alesandro Nesta cuando jugaba en la Lazio de Roma y unos pantalones Kappa del fútbol club Barcelona de la temporada 1996-97 cuando Ronaldo "el gordo" desembarcó en España desde Holanda, concretamente del PSV.

Aún así seguía faltándome algo, cogí una gorra del Valencia que tenía firmada por algún jugador y use la argolla de mi llavero para colocarla a modo de aro en el agujero de la oreja izquierda que aún estaba abierto tras años sin usar pendiente.

Esto junto con unas nike air de mi repertorio daba un aspecto de lo más juvenil, también si nos ponemos estrictos como gorrilla de un parking cualquiera valdría. Tras todo esto agarré una mochila, la llené de manzanas para que tuviese peso y salí de casa dirección la fiesta.

Por otro lado hasta estaba emocionado, me sentía como un agente secreto en una misión de espionaje. No creo que me reconociesen y tiraría de labia para salir airoso del paso si alguno de los "dueños" me pregunta que hago yo allí o de qué grupo vengo. Mi amigo el "charly" me hablo de la fiesta y aún no ha aparecido, venía con los chicos de química. Y a tomar vientos frescos, allá que me fuí.

Al llegar de nuevo al tercero llamé decidido a la puerta abriéndome uno de los dos pitufos varones, llamémosle "pitufo gruñón" ya que parecía un detergente concentrado de la mala leche que podía albergar en semejante cuerpo tan enano  y raquítico.

- Eyy que pasa jefe - Dije dándole la mano como Will Smith en el Príncipe de Bel-Air - Vengo de parte del Charly de químicas que aún no ha llegado

- Charly de químicas - preguntó extrañado - Lo siento pero aquí solo se ha invitado a los chicos de ciencias políticas, historia y arte, así que el charly de químicas no me suena, ¿no sería amigo de alguien?

- No tengo ni idea tío, al salir hoy de clase me dijo que viniese para aquí - Saliendo del paso
- ¿Habéis tenido clase hoy en químicas? - Preguntó enfadado - No has ido al piquete programado para hoy en la rectoría, ¿es que eres facha acaso? - Pregunto pitufo gruñón
- Ehh... - Sin saber que decir en ese momento - Joder tronco, tenía recuperación con Don Julián Sacristán el profesor de biotecnología desarrollativa
- Bio que? - Pregunto pitufín gruñón

En ese momento estaba al límite de mis fuerzas neuronales. Las pocas neuronas que aún consiguen entrelazarse entre sí estaban pidiéndome a gritos una salida fácil, dos ostias a Pitufo gruñón entrar corriendo a la casa y gritar algo así cómo "Policía secreta, ¡Esto es una redada!" pero todo podía salir muy mal, además ya sabemos como son estos ambientes de izquierda extrema, donde muchos de sus integrantes pueden ser los sobrinos, hijos o nietos de cualquier político, militar o personaje ilustre español, con esas no me la juego.

Me encontraba absolutamente derrotado, ya decidido a darme por vencido cuando detrás mía una voz familiar sonó:
- Julio, ¿qué haces aquí y así vestido? jajaja - Era la señorita Berlut.

¡Claro! Jessica es de arte seguramente se haya enterado de la fiesta en la Universidad o algo así, es mi momento idóneo para poder camuflarme como amiga de ella aquí....

- ¡Ey Jessi! - grité emocionado - ¿Donde estabas tronca? Os estaba esperando, ¿donde anda el charlie y los de química? - Mientras Jessi me miraba extrañada.

Sin dejarla hablar me abalncé a sus brazos dándola un abrazo y levantándola en el aire. Fingiendo que era como una gran amiga la llevé un poco alejado de la puerta susurrándola al oído:

- Jessi sígueme el cuento, estos chavales amigos tuyos o lo que coño sea son ocupas, me estoy haciendo pasar por un universario, sígueme el rollo.

CONTINUARÁ

CAPITULO 44: LOS OCUPAS (PARTE 1)

Tras los incidentes con el vaquilla comunitario todo volvía a la normalidad y comenzaba así la monotonía que embauca la vida de un portero de edificios. Era lúnes y estaba tranquilamente currando cuando todo cambió de golpe y plumazo:

- Ring, Ring - era mi teléfono
- ¿Sí? - contesté sin mirar como acostumbro.
- Julio soy César, sube a mi casa, tenemos que hablar - Con tono calmado.

Cuando Don César hablaba por teléfono como un niño eunuco de la Edad Media significaba que algo malo o muy malo iba a suceder. Ya ocurrió en más de una ocasión cuando por motivos que no vienen al caso perdí días libres y antes de comunicarmelo me habló de tal manera, joder, tenía los huevos por corbata.

Subí lentamente las escaleras hasta llegar a casa de Don César, un sudor frío, gélido recorría mi frente mientras intentaba inutilmente controlar mi ritmo cardíaco. Llamé al timbre esperando contestación.

Abrió Don César, estaba sólo en casa ya que su mujer estaba fuera. Llevaba unos viejos pantalones vaqueros de andar por casa junto con una no menos roída camisa de un grupo puntero de rock setentero inglés.



Al fondo, donde se encontraba el salón, se escuchaba la retransmisión de un partido de baloncesto de la Liga Acb. Todo estaba muy tranquilo, al igual que Don César, que rehusaba buscar mi mirada, lo que presagiaba malas noticias.

- ¿Quieres tomar algo Julio? - Mientras se dirigía a la cocina - ¿Cerveza rubia o tostada?
- Una cerveza tostada , gracias, que ya terminé la jornada - Tragando saliba aún con la huevera asomando por el gaznate
- Mira quería hablarte sobre algo que ha ocurrido este fin de semana... ¿tú eres consciente de que haya habido alguna mudanza? - Mientras depositaba la doradaba bebida alcohólica en un posa vasos.

Bueno por un lado respiré tranquilo, no era nada referido a mi puesto de trabajo ni a nada similar así que podía estar relajado dentro de lo que cabe. Dentro de lo que eran mis tareas laborales no había ocurrido nada relevante y yo me encontraba con la certeza de que por mi parte no había error alguno.

- Pues nada César, sinceramente no he visto absolutamente nada - Mientras daba un trago con total tranquilidad a mi cerveza - Además este fin de semana estuve visitando a mi madre y llegué ayer domingo ya por la noche.

- Pues Julio tenemos que hacer algo ya que creo que se han colado ocupas - Contestó Don Cesar preocupado mientras baja el volumen del televisor - El sábado por la noche ví un grupo de personas en el tercero E armando jarana a las 12 y media de la noche.

- ¿Jarana?  - con cara de desconcierto - Ese piso que yo sepa estaba sin alquilar y su dueña vive en Grecia, Doña ... - Sin recordar el nombre

- Doña Asunción, exacto - Dijo Don César - El caso es que he intentado contactar con ella y nada de nada, además al no tener hijos ni hermanos fué tarea imposible. - Así que cómo sean ocupas jodido lo llevamos.

Estuvimos los dos pasmados mirando el partido de baloncesto durante unos 20 minutos (y eso que era en diferido) hasta que obté por ir yo mismo en persona hasta la casa,llamar y ver qué cojones ocurría. Evidentemente le pedí a Don César que él estuviese por detrás, escondido en la esquina que dá al rellano de las escaleras para poder grabar con el móvil por si me ocurría algo.

Llegamos hasta la casa y se escuchaba mucho ajetreo en el interior, pero no conseguía concretar voces, acentos, sin poder así hacer un perfil previo de quiénes "vivían allí". Fuí hasta estar a un palmo del timbre mientras temblaba de arriba a abajo con esa sensación agridulce de que en mi trabajo a pesar de los grandes momentos que uno tiene, a veces hay marrones que pocos querrían verse en tal pellejo.

Llame dos veces al tímbre y los ruidos en el interior pararon. Se escucharon ya sí las voces de una mujer en el interior cómo ordenando calma. Era una chavala bastante joven la qué hablaba, tan niña y ya mandando en un núcleo familiar, que extraño...

Finalmente la puerta se abrió y ante mí se encontraban los cuatro pitufos. Eran cuatro chavales de no más de 19 años con aspecto de haber caído en una olla de marihuana mezclada con flores de colores: vamos, que eran hippies.

Ante mi como si fuese el propio Charles Manson actuando de líder junto a sus pupilos habló una de las chicas, a la cual llamaré dulcinea, por ponerla así algún nombre:

- Buenas caballero, ¿ qué quiere usted ? - Con tono chulesco

- Mire señorita, soy el portero de esta comunidad de vecinos. He intentado hablar con la propietaria pero no está actualmente disponible, ¿son ustedes sus nuevos inquilinos o sus nuevos propietarios?
 - Pues no, no somos sus nuevos inquilinos, ni propietarios. Somos sus nuevos habitantes - Mirando a sus compañeros que empezaban a reirse descaradamente.
- Vamos, ¿que sois ocupas, verdad? - Cabreándome bastante en tal instante. - Me da que os vais de aquí de una puñetera vez o voy a llamar a la policía.

En ese momento la carcajada fué más sonora aún. Uno de ellos mientras se reía sostenía en una mano un canuto y en la otra un libro de apuntes. Agudizando más aún mi vista pude ver que era de la facultad de ciencias políticas de la ciudad.

Eché un vistazo por encima de la calva de los pitufos y efectivamente era un nicho de estudiantes pijos que irían ocupando casas porque habrían leído "El capital" y se pajeaban pensando que eran obreros proletarios de la rusia ex zarista. Eso sí, en la mesa que había en frente de la puerta dos lujosos ordenadores portátiles apple y móviles de ultima generación se encontraban allí.

- Oye "portero" mira el cartel que tienes colgado en la puerta de nuestra vivienda  - señalando con el dedo.

Miré a donde Dulcinea me dijo y ví un cartelito donde exponían que esa era su vivienda, según la ley no se qué no se podía probar delito y el juicio se alargaría durante años. Y lo peor es que es verdad, es algo que todos hemos visto en noticias de televisión, prensa, internet...

Mi primera intunción fué agarrar a Dulcinea con las dos manos echándola de la propiedad. A los dos pitufos varones darles galletas "chiquilin" hasta en sus carnéts de identidad y a la ultima pitufina ocupa dos guantazos en la cara para que aprendiese un poco lo que era dignidad. Evidentemente toda su mierda lujosa tecnológica quedarmela, porsupuesto.

Pero pensando en frío sólo iba a meterme en más problemas y ya estaba urgando un plan en mi cerebro para sacar a esta gente de mi zona laboral. Al menos me quedaba tranquilo al ver que eran estudiantes, no yonquis, una familia étnica concreta o personas de mala vida en general.

- Mirad, yo sólo soy el portero, esa casa es privativa, no es mía ni de los otros propietarios. Tiene una legítima dueña pero bueno, ese no es el caso - Mientra suspiraba buscando cómo proseguir mis palabras - Yo no voy a meterme en si es correcto o no, pero sólo os pido que si no me molestáis, deterioraís las zonas comunales ni ocasionáis molestias a la vecindad, yo no voy a putearos. - Intentado ganar al menos unos días para perfeccionar el plan que tenía en mente.

- Pero gordinflón forcudo, ¿tú que vas a putearnos gorila? - Mientras todos se reían . La ley esta de nuestra mano, anda y vete al mc donald´s a comer hamburguesas para despues hacer pesas.

- ¡Pum! - Dulcinea cerro la puerta - Dos segundos después una canción de un artista de rap llamado Morodo sonó desde el interior junto a risas complices.

 Don César seguía en la esquina acojonado cómo un conejo cuando divisa su triste final ante un perro pointer y yo me encontraba cabreado como un perro carlino entre las tetas de su dueña cuando un desconocido osa acercar su mano.

- Venga Don César subamos a mi casa, tengo una idea - Mientras me adeltanaba a él por las escaleras corriendo cómo un jíbaro.

A los minutos ya me encontraba en mi casa dejando la puerta abierta para que Don César entrase tras de mí. Fuí hasta mi trastero y cogí una vieja cerradura para puertas de viviendas junto a sus correspondientes llaves.

Ya con ello fuí hasta la cocina preparé dos cafés y fuí hasta la sala de espera que tengo montada para las visitas. Allí ya se encontraba Don César hablando por teléfono con el adminsitrador de la comunidad.

Este básicamente le comentó lo mismo que a mí Dulcinea, que era un proceso costoso además de lento, siendo muy difícil que en años pudiesen marcharse. Joder, ¿y si les dá por estudiar un master?

- Don César dígale al administrador que no llame a la policía, cuelgue que yo tengo un plan. - Mientras tomaba café cómo un loco...

- Que vá Julio esto se soluciona por lo legal, llamamos a la policía...

- ¡Joder, Don César! - Pegué un grito - Que cuelgue el puto teléfono y dígale al administrador que nada de policía, ¡Coñe! - pegando un golpe en la mesa - Esto se soluciona en 24 putas horas...

Don César se quedo pasmado, su cara era un poema pero me hizo caso diciéndole al administrador que por ahora no llamase a la policía ni tomase ninguna medida.

CONTINUARÁ