Tras poder incorporarme de la continua
vomitona que tuve tras ver a Don Ramón saciar sus instintos carnales con
Aurita, me dirigí hasta mi cocina para poder tomar un vaso de agua y así
aclarar un poco las ideas.
En esos momentos ya no hablaba sobre venganza,
furia, ira… ni mucho menos. Ahora mismo me encontraba dolido por una persona
que traiciona cualquier principio ético o moral dejando restos biológicos en un
paragüero donde hasta un pobre chiquillo puede meter la mano para inspeccionar.
No soy de realizar venganzas exageradas
ni mucho menos, mi perfil psicópata no llega a tales términos. Pero sí es
verdad que dentro de mis carcomidos principios, el respeto por las normas de
higiene básica cara con los demás es algo en lo que pocas pegas puedo tener.
Don Ramón era un déspota, un señor sin
principios donde solapaba su oscuro lado maligno mediante donaciones a
organizaciones benéficas y puntuales apariciones en periódicos regionales por
sus ayudas “desinteresadas”. Pero claro, aquí de nuevo vuelve a mezclarse el
negocio con la religión, curiosamente, esas mismas personas que patrocinaron en
su momento las “galas” de Don Ramón, tienen distintos y atractivos trabajos
como asesores políticos, qué cosas Maribel.
Volviendo al tema que aquí nos concierne,
la maquinaria para plantar los pies de Don Ramón empezó a engranarse. Rápido y
con gesto decidido me dirigí a mi ordenador.
En el primer cajón derecho empezando por
arriba, guardaba una torre de cd´s vírgenes que usaba antaño para grabar
películas porno con las que Manuela y yo poder divagar sobre la evolución
fisiológica de nuestra especie.
Agarré la friolera de unos 20 cd´s y como
un loco me puse a grabar el video porno de Don Ramón en todos ellos. Para
colocar un título, fotocopié de una pagina de internet un abecedario con letras
en tamaño 15 (Comic Sans siendo más precisos) que con un cúter repasé para así
tener unas letras perfectas y que fuere imposible reconocer mi letra (El
cerebro de un cabroncete de mi calaña siempre piensa en este tipo de cosas,
jamás entenderé quién hace una “fechoría” y con sus dos cojones/ovarios escribe
con su letra).
Perfecto, todo quedó a pedir de boca.
Aunque ya era demasiado tarde, cómo las 3 y media de la mañana pensé que lo más
factible era irme a dormir y mañana ver como entregar los cd´s al vecindario
sin poner en peligro mi identidad.
Me deslicé a mi cama como un réptil
buscando su ratón diario para la merienda mientras imaginaba con sarna gustosa
cómo sería la reacción del septuagenario cabrón cuando viese lo que había
grabado sobre él. Podía perfectamente imaginar como Aurita agarraría su cruz
católica mientras rezaría porque ningún primo lejano de su pueblo pudiese
destapar en su comunidad tal escarceo sexual.
Mientras el intenso calor nocturno
azotaba mi cada vez menos arrugada piel, gotas de sudor se deslizaban
lentamente por mi frente … ¿Qué coño hice en la vida para que un enano y su
criada se dediquen a las mamadas en el ascensor comunitario? En fin, jamás
entenderé plenamente el significado intrínseco que conlleva ser un “shapiens
shapiens” pero bueno, tendremos que ir acostumbrándonos.
Tras cuatro vueltas de 360 grados más, me
incorporé perezoso pero intranquilo en el borde de mi cama. Podía sentir la
fricción de la refrescante sábana entre mis muslos, otorgando a mi calurosa
habitación un pequeño resquicio de placer momentáneo.
Dando un pequeño saltito (algo mariposón,
por cierto) fui directo hasta la cómoda dónde guardaba un bote de Nestlé vacío
con los mejores cogollos del ex cornudo de la señorita Berlut. Un pequeño
“biturbo” (un dos papeles, me hizo gracia la palabra biturbo, usada por las
chiquillas universitarias de la comunidad) susurró mis pulmones mientras un
demonio burlón se posó sobre mi hombro para que, esta noche y no otra se
realizase la venganza septuagenaria.
No sé si es algo que os ocurrirá a
vosotros, pero a veces mi cerebro es un torbellino de ideas, a cada cual más
lúcida, que sirven para que pueda poner en práctica los ejemplos prácticos más
descabellados que jamás usarías pero sabes que funcionan con la precisión de un
tranvía alemán en manos de empresas sionistas.
Cogiendo la pila de cd´s (que previamente
había envuelto en papeles dina4) me descalcé para que mis pasos fuesen lo más
silenciosos posibles. Salí de mi piso mientras dejaba la puerta entornada para
poder volver rápidamente a mi casa. No os contaré todo el plan de golpe,
prefiero que seáis participes de él mientras vais leyendo estas líneas.
Al principio, cuando llegué al primer
piso, pensé en colocar los cd´s por debajo de las puertas y que mañana
tranquilamente el amarillo sensacionalismo comunitario golpease cómo un mazo en
el pómulo a Don Ramón. Siendo la menos arriesgada de las ideas, también era muy
sutil y sin apenas repercusión instantánea, yo quería ruido, bullicio,
incomodidad.
Finalmente coloqué uno por uno los cd´s
en las casa de los vecinos que a priori consideraba más cotillas, aparte de por
supuesto, un cd especial para don Ramon con un clínex manchado con yogurt para
que pareciese otra cosa.
Eran ya las 6 de la mañana cuando
conseguí terminar mi faena, pero aquí no termina la noche. Llamando al ascensor
volví a bajar de nuevo hasta el primero. Previamente, desde el cuadro de mandos
de la portería, había desactivado las luces de los pasillos, entorpeciendo así
que cualquier persona pudiese reconocerme.
Empecé como un loco a llamar uno por uno
a todos los timbres mientras subía al acabar las escaleras para empezar de
nuevo en cada altura del edificio. Cuando iba aproximadamente por el cuarto
piso, empecé a escuchar como las puertas del primero, segundo y tercero,
empezaban a abrirse mientras escuchaba “Joder, que ha ocurrido con las luces,
no veo nada”.
Terminé bastante rápido con mi tarea sin
ser descubierto, no voy a contar una película de espías o un tebeo de Anacleto,
no ocurrió nada mientras colocaba los cd´s casa por casa. Lo más destacable en
cuanto a ruido, fue una ventosidad que asomó por mi bajo vientre.
Sabiendo que en breve subirían a mi casa
para comentarme que no había luz,
apresuré mis pasos para colocarme de nuevo el pijama, despeinar mi pelo e
incorporarme raudo y veloz a la cama. Para que mi trampa surgiese efecto y no
levantase dudas, desconecté mi timbre e introduje un cd tras la puerta de mi
casa, ¿por qué? Pronto lo sabréis.
Al cabo de veinte minutos, alguien empezó
a aporrear la puerta de mi casa. Yo tenía todo preparado, ahora veréis. Al
incorporarme me coloqué una denigrante bata de verano que, junto con mis gafas
de ver, daban una apariencia de friki condecorado en sobresalientes acojonante.
Abrí la puerta escenificando cara de
recién despertado, con una actuación que ni la mismísima Yola Berrocal si las
campanas de Hollywood tocasen en su puerta.
-
¿Sí? – Pregunté mientras
abría la puerta
-
- ¡Julio!- Era Don César
encabezando una cola de unos 10 vecinos, entre ellos, el septuagenario cabrón y
su amante. – Alguien entró en el edificio repartiendo cd´s por cada casa.
-
¿Pero qué cojones? – Grité
mostrando sorpresa.
-
Así es como cuidas el
edificio Julio, eres un desastre . – Gritó Don Ramón por detrás, acompañado de
Aurita, que asentía frente las palabras de su patrón con cara de pocos amigos.
-
¿Pero qué culpa va a tener
Julio Don Ramón? – Replicó Don César. - ¿No tiene derecho a dormir?
-
Por favor, ¿podrían
explicarme que ha ocurrido exactamente? – Pregunté haciéndome de nuevo el
ignorante.
-
Mire usted entre sus pies
Julio, a todos nos ha ocurrido lo mismo – Mientras señalaba a la altura de mis
temibles pies talla 48.
-
¡Un cd! – Grité - ¿Pero que
tendrá esto? Por favor, pasen todos ustedes, veamos que puede ser.
Todo esto ya lo tenía pensando, os
cuento. Cuando yo entré a vivir aquí, justo al lado de la cocina, se encontraba
un antiguo desván que usaba la comunidad para que el conserje guardase allí los
trastos viejos.
Lo gracioso es que éste se encontraba
tapiado desde hacía décadas y, con el permiso de la comunidad pude abrirlo
nuevamente. Al estar en la cocina es un lugar idóneo ya que jamás olería a
marihuana por encontrarse extremamente separada esta de mis zonas fumetas.
En ese antiguo desván, cree un “falso
salón” con tres sofás, una televisión y una mesa de madera en el centro donde
colocaba revistas de toda índole. Vamos, lo que allí monté fue una sala de
espera para que los vecinos cuando viniesen a mis aposentos pudiesen sentirse
como en su casa sin poner en peligro mi reputación ni mi intimidad.
Mientras la horda de vecinos se acomodaba
en mi salón “comunitario”, me apresuré a la cocina para colocar en una bandeja
de porcelana de Sargadelos (regalo de un pariente gallego) unas pastitas.
También cogí una jarra con café recién
hecho que ya tenía preparado para este momento. Sin más preámbulos me dirigí al
salón dónde se encontraban todos hablando sin parar sobre qué contendría el
misterioso cd´s.
En un primer momento ni fijé la mirada en
quiénes había allí, como un niño de 10 años entusiasmado porque Espinete vuelve
al “prime time” infantil, fui como un elefante por una cacharrería hacia la tv
y el reproductor de cd´s que tenía en ella.
Mi mirada se centró instintivamente en
Don Ramón y Aurita, que se encontraban sentados juntos en uno de los sofás
mientras esta agarraba la mano del Don Juan de la comunidad. “Es como mi hija”
solía decir el cabronazo.
-
¿Preparados? – Mirando a la
pareja de tortolitos.
-
Joder, claro que sí Julio,
quiero saber quién es el desvergonzado que me ha despertado – Dijo Don Ramón.
Una sonrisa maléfica empezó a carcajear
dentro de mi cerebro, pulsé el botón “play” y …
CONTINUARÁ