CAPITULO 32: COCHINADAS LAS JUSTAS (PARTE 5)



Tras poder incorporarme de la continua vomitona que tuve tras ver a Don Ramón saciar sus instintos carnales con Aurita, me dirigí hasta mi cocina para poder tomar un vaso de agua y así aclarar un poco las ideas.



En esos momentos ya no hablaba sobre venganza, furia, ira… ni mucho menos. Ahora mismo me encontraba dolido por una persona que traiciona cualquier principio ético o moral dejando restos biológicos en un paragüero donde hasta un pobre chiquillo puede meter la mano para inspeccionar.

No soy de realizar venganzas exageradas ni mucho menos, mi perfil psicópata no llega a tales términos. Pero sí es verdad que dentro de mis carcomidos principios, el respeto por las normas de higiene básica cara con los demás es algo en lo que pocas pegas puedo tener.

Don Ramón era un déspota, un señor sin principios donde solapaba su oscuro lado maligno mediante donaciones a organizaciones benéficas y puntuales apariciones en periódicos regionales por sus ayudas “desinteresadas”. Pero claro, aquí de nuevo vuelve a mezclarse el negocio con la religión, curiosamente, esas mismas personas que patrocinaron en su momento las “galas” de Don Ramón, tienen distintos y atractivos trabajos como asesores políticos, qué cosas Maribel.

Volviendo al tema que aquí nos concierne, la maquinaria para plantar los pies de Don Ramón empezó a engranarse. Rápido y con gesto decidido me dirigí a mi ordenador.

En el primer cajón derecho empezando por arriba, guardaba una torre de cd´s vírgenes que usaba antaño para grabar películas porno con las que Manuela y yo poder divagar sobre la evolución fisiológica de nuestra especie.

Agarré la friolera de unos 20 cd´s y como un loco me puse a grabar el video porno de Don Ramón en todos ellos. Para colocar un título, fotocopié de una pagina de internet un abecedario con letras en tamaño 15 (Comic Sans siendo más precisos) que con un cúter repasé para así tener unas letras perfectas y que fuere imposible reconocer mi letra (El cerebro de un cabroncete de mi calaña siempre piensa en este tipo de cosas, jamás entenderé quién hace una “fechoría” y con sus dos cojones/ovarios escribe con su letra).

Perfecto, todo quedó a pedir de boca. Aunque ya era demasiado tarde, cómo las 3 y media de la mañana pensé que lo más factible era irme a dormir y mañana ver como entregar los cd´s al vecindario sin poner en peligro mi identidad.

Me deslicé a mi cama como un réptil buscando su ratón diario para la merienda mientras imaginaba con sarna gustosa cómo sería la reacción del septuagenario cabrón cuando viese lo que había grabado sobre él. Podía perfectamente imaginar como Aurita agarraría su cruz católica mientras rezaría porque ningún primo lejano de su pueblo pudiese destapar en su comunidad tal escarceo sexual.


Mientras el intenso calor nocturno azotaba mi cada vez menos arrugada piel, gotas de sudor se deslizaban lentamente por mi frente … ¿Qué coño hice en la vida para que un enano y su criada se dediquen a las mamadas en el ascensor comunitario? En fin, jamás entenderé plenamente el significado intrínseco que conlleva ser un “shapiens shapiens” pero bueno, tendremos que ir acostumbrándonos.

Tras cuatro vueltas de 360 grados más, me incorporé perezoso pero intranquilo en el borde de mi cama. Podía sentir la fricción de la refrescante sábana entre mis muslos, otorgando a mi calurosa habitación un pequeño resquicio de placer momentáneo.

Dando un pequeño saltito (algo mariposón, por cierto) fui directo hasta la cómoda dónde guardaba un bote de Nestlé vacío con los mejores cogollos del ex cornudo de la señorita Berlut. Un pequeño “biturbo” (un dos papeles, me hizo gracia la palabra biturbo, usada por las chiquillas universitarias de la comunidad) susurró mis pulmones mientras un demonio burlón se posó sobre mi hombro para que, esta noche y no otra se realizase la venganza septuagenaria.

No sé si es algo que os ocurrirá a vosotros, pero a veces mi cerebro es un torbellino de ideas, a cada cual más lúcida, que sirven para que pueda poner en práctica los ejemplos prácticos más descabellados que jamás usarías pero sabes que funcionan con la precisión de un tranvía alemán en manos de empresas sionistas.

Cogiendo la pila de cd´s (que previamente había envuelto en papeles dina4) me descalcé para que mis pasos fuesen lo más silenciosos posibles. Salí de mi piso mientras dejaba la puerta entornada para poder volver rápidamente a mi casa. No os contaré todo el plan de golpe, prefiero que seáis participes de él mientras vais leyendo estas líneas.

Al principio, cuando llegué al primer piso, pensé en colocar los cd´s por debajo de las puertas y que mañana tranquilamente el amarillo sensacionalismo comunitario golpease cómo un mazo en el pómulo a Don Ramón. Siendo la menos arriesgada de las ideas, también era muy sutil y sin apenas repercusión instantánea, yo quería ruido, bullicio, incomodidad.

Finalmente coloqué uno por uno los cd´s en las casa de los vecinos que a priori consideraba más cotillas, aparte de por supuesto, un cd especial para don Ramon con un clínex manchado con yogurt para que pareciese otra cosa.

Eran ya las 6 de la mañana cuando conseguí terminar mi faena, pero aquí no termina la noche. Llamando al ascensor volví a bajar de nuevo hasta el primero. Previamente, desde el cuadro de mandos de la portería, había desactivado las luces de los pasillos, entorpeciendo así que cualquier persona pudiese reconocerme.

Empecé como un loco a llamar uno por uno a todos los timbres mientras subía al acabar las escaleras para empezar de nuevo en cada altura del edificio. Cuando iba aproximadamente por el cuarto piso, empecé a escuchar como las puertas del primero, segundo y tercero, empezaban a abrirse mientras escuchaba “Joder, que ha ocurrido con las luces, no veo nada”.
Terminé bastante rápido con mi tarea sin ser descubierto, no voy a contar una película de espías o un tebeo de Anacleto, no ocurrió nada mientras colocaba los cd´s casa por casa. Lo más destacable en cuanto a ruido, fue una ventosidad que asomó por mi bajo vientre.

Sabiendo que en breve subirían a mi casa para comentarme  que no había luz, apresuré mis pasos para colocarme de nuevo el pijama, despeinar mi pelo e incorporarme raudo y veloz a la cama. Para que mi trampa surgiese efecto y no levantase dudas, desconecté mi timbre e introduje un cd tras la puerta de mi casa, ¿por qué? Pronto lo sabréis.

Al cabo de veinte minutos, alguien empezó a aporrear la puerta de mi casa. Yo tenía todo preparado, ahora veréis. Al incorporarme me coloqué una denigrante bata de verano que, junto con mis gafas de ver, daban una apariencia de friki condecorado en sobresalientes acojonante.

Abrí la puerta escenificando cara de recién despertado, con una actuación que ni la mismísima Yola Berrocal si las campanas de Hollywood tocasen en su puerta.

-          ¿Sí? – Pregunté mientras abría la puerta
-          - ¡Julio!- Era Don César encabezando una cola de unos 10 vecinos, entre ellos, el septuagenario cabrón y su amante. – Alguien entró en el edificio repartiendo cd´s por cada casa.
-          ¿Pero qué cojones? – Grité mostrando sorpresa.
-          Así es como cuidas el edificio Julio, eres un desastre . – Gritó Don Ramón por detrás, acompañado de Aurita, que asentía frente las palabras de su patrón con cara de pocos amigos.
-          ¿Pero qué culpa va a tener Julio Don Ramón? – Replicó Don César. - ¿No tiene derecho a dormir?
-          Por favor, ¿podrían explicarme que ha ocurrido exactamente? – Pregunté haciéndome de nuevo el ignorante.
-          Mire usted entre sus pies Julio, a todos nos ha ocurrido lo mismo – Mientras señalaba a la altura de mis temibles pies talla 48.
-          ¡Un cd! – Grité - ¿Pero que tendrá esto? Por favor, pasen todos ustedes, veamos que puede ser.

Todo esto ya lo tenía pensando, os cuento. Cuando yo entré a vivir aquí, justo al lado de la cocina, se encontraba un antiguo desván que usaba la comunidad para que el conserje guardase allí los trastos viejos.

Lo gracioso es que éste se encontraba tapiado desde hacía décadas y, con el permiso de la comunidad pude abrirlo nuevamente. Al estar en la cocina es un lugar idóneo ya que jamás olería a marihuana por encontrarse extremamente separada esta de mis zonas fumetas.

En ese antiguo desván, cree un “falso salón” con tres sofás, una televisión y una mesa de madera en el centro donde colocaba revistas de toda índole. Vamos, lo que allí monté fue una sala de espera para que los vecinos cuando viniesen a mis aposentos pudiesen sentirse como en su casa sin poner en peligro mi reputación ni mi intimidad.

Mientras la horda de vecinos se acomodaba en mi salón “comunitario”, me apresuré a la cocina para colocar en una bandeja de porcelana de Sargadelos (regalo de un pariente gallego) unas pastitas.

También cogí una jarra con café recién hecho que ya tenía preparado para este momento. Sin más preámbulos me dirigí al salón dónde se encontraban todos hablando sin parar sobre qué contendría el misterioso cd´s.

En un primer momento ni fijé la mirada en quiénes había allí, como un niño de 10 años entusiasmado porque Espinete vuelve al “prime time” infantil, fui como un elefante por una cacharrería hacia la tv y el reproductor de cd´s que tenía en ella.

Mi mirada se centró instintivamente en Don Ramón y Aurita, que se encontraban sentados juntos en uno de los sofás mientras esta agarraba la mano del Don Juan de la comunidad. “Es como mi hija” solía decir el cabronazo.

-          ¿Preparados? – Mirando a la pareja de tortolitos.
-          Joder, claro que sí Julio, quiero saber quién es el desvergonzado que me ha despertado – Dijo Don Ramón.

Una sonrisa maléfica empezó a carcajear dentro de mi cerebro, pulsé el botón “play” y …

CONTINUARÁ

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