¡Ring!¡Ring! La alarma de mi móvil chinorris no dejaba de sonar despertándome de los brazos de Morfeo. ¿ Dónde coño estaba ¿
Amanecí durmiendo en el pasillo de mi casa,
con la ropa del día anterior y una resaca de tres pares de cojones. Al menos,
los 200 euros conseguidos ayer vendiendo hierba estaban en su cajita a buen
recaudo.
Conseguí desempelmazar mi cuerpo mientras
estiraba los brazos y daba un profundo bostezo. Antes de nada, fui directo a la
cocina para preparar un café bien calentito y un porrito para desayunar. Fui a
mi despensa personalk de productos cannabinoides escogiendo un porrito de
marihuana en vez de hachís.
Ya sabéis que debido a mi práctica termine de
liarlo en pocos segundos justo cuando sonaba la vieja cafetera anunciado que ya
estaba preparada para surtir a mi cuerpo su dosis de cafeína matutina.
Me senté junto a una mantita mirando por la
ventana de la cocina al Parque de Junker´s For Life, que estaba lleno de hojas
caídas fruto de la época Otoñal provocando un arcoirís de distintos marrones
que alegraban la gélida mañana.
-
¡Coño el enano ¡- Grité
Me llevé las mano a la cabeza mientras me
cagaba en el día que mis padres decidieron plantar mi semilla. ¡ Había dejado
al enano tirado en medio de las escaleras!
Ayer con todo el pedal que llevaba encima
después de lanzarle por los aires, tuve la brillante idea de agarrarle de la
camisa y subirle por las escaleras cómo si fuese un corderito recién degollado
para degustar en una boda árabe.
Lo último que recuerdo es justo cuando estaba
cerca de llegar a mi Piso soltarle porque el cabrón pesaba mucho escuchando
cómo se golpeaba nuevamente contra la pared.
Cómo ya estaba vestido simplemente lancé el
porro contra el fregadero apagándose por el agua y salí corriendo a la puerta.
Cuando estaba abriéndola escuché una melodía que provenía al parecer de las
escaleras.
Una vez llegué al rellano lo que vi dejó
huella en mis retinas: el enano Emilio yacía inconsciente ( o eso esperaba ) en
el suelo mientras un chorro de sangre de tres pares de cojones bajaba desde el
octavo ( mi piso ) hasta casi el sexto.
-
¡Eh chaval!¡Despierta! – Mientras abofeteaba su cara
Me puse tan nervioso que empecé a soltar
manotazos contra su cara provocando sangre en la nariz y el labio inferior.
Desesperado sólo se me ocurrió agarrarle cómo un saco de patatas y salir
corriendo a por mi coche.
Conseguí meterle con agilidad en el copiloto y
conseguí ponerle el cinturón de seguridad sin que tocase el cuello, cosa que me
costó muchísimo porque los muy hijos de puta de los fabricantes de coches no
piensan que un enano pueda ir de copiloto.
Llaves encendidas, primera y a todo meter.
Salí haciendo ruedas del edificio mientras el eco del lugar reproducía el
angustioso sonido de la goma rozando el suelo. El hospital se encuentra a unos
15 minutos en coche desde nuestro edificio, pero eso a velocidades prudentes.
Si me pongo a más velocidad estaba seguro de que conseguiría llegar muchísimo
antes.
Me puse a 90 kilómetros por hora en medio de
la ciudad sorteando a los coches que había a mi camino, zigzag, zigzag, me
movía por la carretera como una bailarina de danza clásica entre poligoneras de
reggeaton: fatal. Pero eso no quitaba que pusiese todo mi empeño por intentar
salvar la vida del pequeño gran hombre.
-
¡Chaval! ¡Chaval! – Gritaba desesperado
-
Ftfff… dónde estoy… - Dijo el enano Emilio
Frené de golpe, ¡Emilio se encontraba con vida
¡ Los coches empezaron a pitarnos ya que nos encontrábamos justo incorporándonos
a la carretera de Valencia así que puse las luces de emergencia estacionando a
un lado del arcén.
-
Joder Emilio menudo susto me has dado – Mientras me tapa la nariz por el
olor a meado ( mi meado ) que desprendía
-
Si… ¿ eres el conserje? – Consiguió articular
-
Sí, te encontré en medio de las escaleras sangrando, decidí meterte en
el coche y llevarte directo a urgencias. – Mientras cruzaba los dedos porque no
se acordase de mi momento Hulk Hoggan con su frágil cuerpecito.
-
No sé que ha pasado…. Me ocurre siempre que bebo mucho, al día siguiente
soy incapaz de recordar nada… - Quejándose de un fuerte dolor en las costillas
– Sólo sé que estaba rapeando con los demás y… no me acuerdo de más.
¡Aleluya! El enano no conseguía recordar que
fui yo el que le dio una buena somanta de ostias ( aparte de mearle ). Dentro
de lo que cabe la jugada había salido bien, el enano no sabía quién había sido
su malechor y yo sin embargo podía tener la conciencia tranquila al no ser un
asesino de pigmeos, todo en orden.
Pero no todo son alegrías en la viña del
señor… Justo delante de mí unas luces azules hicieron acto de presencia, era la
guardia civil de tráfico.
-
Buenas tardes caballero, ¿ Se puede saber por qué está estacionado en
medio del arcén? – Señalando la incorporación. – Haga el favor de sacar los papeles
del coche y su documento de identidad. – Mientras sacaba su carpeta de
anotaciones.
-
Si agente, espere un momento. – Mientras buscaba en la guantera. – Tome
los papeles del coche, aunque debo decirle que por descuido no llevo mi
documento de identidad.
El agente empezaba a poner una cara de Bruce
Willis en “Jungla de Cristal” siendo yo su próximo delincuente en aniquilar
pero la Diosa Fortuna se acercó a mi sino golpeando con fuerza. Mientras el
agente estaba preparándose para empapelarme de lo lindo, su compañero le
advirtió:
-
Oye David – Dijo el otro agente – Ven aquí, este tío tiene muy mala
pinta
En ese momento pude explicarle a los policías
que era el conserje de un edificio y que cuando fui a salir a pasear por la
mañana me encontré al enano Emilio en el rellano lleno de sangré. Menos mal que
mientras que yo hablaba uno de los agentes preguntaba a Emilio para que
corroborase la versión y este dijo que todo era cierto, es más, delante de los
agentes dijo que si no llega a ser por mí y por mi buena fe, seguramente
seguiría ahí tirado inconsciente.
El agente que anteriormente me miraba con cara
criminal se volvió a dirigir a mí:
-
Te has librado chaval, ojalá hubiese más gente como tú en el mundo –
Dijo el agente
Yo no sabía que pensar por dentro, si hubiese
tantos psicópatas cómo yo sueltos por el mundo seguramente la raza humana
llevaría extinguida 1.000 años.
-
Venga, seguidnos, os escoltamos hasta el Hospital – Mientras se montaban
en su coche patrulla.
La ida hasta el Hospital fue una pasada
incluso Emilio pese a sus problemas físicos se reía.
-
Joder tío jamás había ido a tanta velocidad y encima escoltados por la
policía – Dijo mientras sonreía
Yo me limité a asentir y seguía rezando porque
no recordase jamás lo que había ocurrido el día anterior. Primero le había
meado mientras yacía vomitando en un retrete. Después para rematarlo, jugué con
su cuerpo como si fuese una clase de ciencias intentando ver su densidad ósea
frente a un impacto contra el techo, esta vez te habías pasado tres continentes
Julio.
Tras llegar al hospital unos enfermeros junto
a una camilla vinieron a recoger a Emilio. Antes de llevarlo dentro los
guardias civiles le preguntaron que si quería formular algún tipo de denuncia
por la agresión sufrida a lo que contestó que no era necesario, que con haber
salido de una pieza ya se conformaba.
Mi labor quedó totalmente cumplida aunque mis
nervios estaban disparados. Creo que podría haberme quedado ingresado yo en el
hospital antes que Emilio porque estoy seguro de que un micro infarto rondó las
venas de mi mermado corazón.
Cuando llegué a mi casa eran las 12 de la
mañana y estaba reventado, había dormido tan solo dos horas por culpa del puto
despertador que olvidé de quitar. Aunque gracias a ese descuido puede que
salvase la vida de Emilio o atenuase los efectos de los golpes sufridos. Menos
mal que el enano jamás se acordaría de lo que ocurrió, ya que el pedo que
llevaba era brutal y cuando el rapeaba era horas antes de lo que paso, no me
preocupaba para nada.
Llegué a casa molido, en cierto modo el olor a
vomitona de Emilio se había impregnado en mi ropa. Su sangre recorría mis
manos, pantalones y camiseta mientras que mi cabeza era un campo de minas a
punto de explotar, jodida migraña de después de pimplar.
Fui a la cocina para picar algo antes de
meterme en la cama, había restos de pizza de dos días atrás ( tres porciones )
y decidí recalentarlas en el micro. ¡Aleluya! El porro que había tirado al
fregadero no calló en el vaso con agua al que quise lanzarlo, cayendo al lado
donde no había no gota de agua, así que pude encenderlo y degustarlo como sin
duda se merecía.
Ya era la una de la tarde y mis parpados se
cerraban como una discoteca de cocainómanos cuando sale el sol: a cal y canto.
Me desnudé completamente y agarré una bata sucia que tenía para lavar usándola
como improvisado pijama. Se encontraba húmeda de haberla usado el día anterior
pero me era completamente indiferente.
Llegué a mi habitación, rocé con la punta de
los dedos las suaves sabanas mientras incorporaba mi cuerpo en la cama. Primero
una pierna, después otra hasta que conseguí incorporar todo mi cuerpo abrazado
por el edredón que servía de refugio para mi descanso, Morfeo llamaba de nuevo
a mi puerta y el enano por suerte se iba por otra y sin daños reseñables…
Así es como transcurrió el día, ahora pasaré a
contaros que es lo último que supe de Emilio. Al día siguiente, el domingo,
recibí la llamada de Jessica agradeciéndome que ayudase a su amigo, ya que éste
la comentó lo ocurrido y lo agradecido que se sentía conmigo.
El mismo lunes apareció el susodicho junto a
Galletas María y me entregó una caja de bombones, 100 euros y una camiseta de
Gaizca Mendieta que le había regalado su tío cuando era pequeño. Todo un gesto,
le invité a un café en mi casa junto a Jessi y le regalé unos porritos de
hachís, tuve muchísima suerte en todo el desenlace , ya que puedo juraros que
cuando le vi por la mañana tendido en el suelo parecía un conejillo de Indias
recién aplastado por una rueda de tractor. ¡Larga vida al Conserje y más aún a
su fiel Emilio el enano!
¡Larga vida al Conserje y más aún a su fiel
Emilio el enano!