CAPITULO 43: EL VAQUILLA COMUNITARIO (PARTE 4)

Mientras mi cerebro cruzaba a la vez distintas historietas que contar a Sofía para que Emilio y yo mismo no tuviésemos más problemas, coloqué el intermitente derecho saliendo en la siguiente salida:

- Vaya Emilio, menuda suerte tuviste - Dije intentando aparentar normalidad - Debiste mantener todo el rato el móvil en el bolsillo sin que los "cacos" pudiesen arrebatarle, estás hecho un fiera - En tono animado.

Por el retrovisor podía ver aún que la cara de Sofía era de desconcierto, pero si el zopenco de Emilio se mantenía fiel en la posiciíon de qué siempre estuvo en su bolsillo y por los nervios al ir los dos a urgencias, éste se cayó en la parte de detrás del coche. Si Emilio seguía mi historieta todo estaría en orden.



Tras unos minutos de silencio y gracias a Dios con Emilio mostrándose ilusionado por haber "encontrado" de nuevo el móvil la cara de Sofía iba cambiando a un tono más alegre. Ya nos encontrábamos llegando a la gasolinera cuando de nuevo me dirigí a los tortolitos:

- Chicos, yo ahora voy a repostar, podeis ir a la cafetería y pedir algo para vosotros, para mi un café, invito yo - Llegando ya al surtidor y sacando las llaves del motor - En menos de 5 minutos estoy allí con vosotros - Abriendo la puerta del coche.

Mientras repostaba aliviado porque todo había quedado zanjado respecto al tema de Emilio decidí desafiar otra vez más en vida a Darwin encendiendo un cigarro mientras echaba gasolina. En lo que ese pequeño cigarro terminaba de combustionar el coche ya se encontraba lleno de su refresco preferido.

Al ir hasta el dependiente de la gasolinera para pagar pude ver a unos chiquillos de unos 14 años correr con cara de pillos dirección a la cafetería escuchando lo que iban diciendo:

- ¡Corre Juan! Que me mando un sms el primo de que hay una loca armándola a su marido - Perdiéndoles ya de vista

Me reí pensando en la típica pareja de cuarentañeros donde la mujer estaría echándole la bronca al marido por haber pedido un bocata de calamares en vez de jamón con queso. O quizás una señora que descubrió que su marido abogado era infiel con su secre... ¡Coño! ¡Emilio!

Saqué cincuenta euros de la cartera y pagué apresuradamente al dependiente. ¿Y si Sofía había descubierto alguna flaqueza en el guión de la historia? Quizás Emilio había traspuesto una parte de la historia sobre otra dejando en evidencia toda la trama.

Fuí corriendo por un pequeño pasillo que se hizo intenso para los pocos segundos que duro su transcurso hasta que llegué hasta una vieja puerta de madera que unía la gasolinera con la cafetería. Desde los grasientos cristales que adornaban esta puerta pude ver un corro de personas de distintas edades riéndose a carcajada limpia mientras unas voces robóticas provocaban la risa del personal.

Entré de sopetón en el comedor apartando como pude el corro de curiosos hasta llegar a la zona de interés público. Y como no podía ser de otra manera, allí se encontraba Sofía llorando mientras con el móvil en la mano le pedía explicaciones a Emilio:

- ¡Mira hijo de puta, yo ya no puedo más! - Pausando un video en el teléfono - Y no quiero seguir viendo esta mierda asquerosa ¡Al menos todo este puta cafetería de mierda ha visto el putero asqueroso que estás hecho!

Emilio se encontraba como un cordero camino del matadero, la cabeza agachada mientras su temblorosa mano intentaba sin éxito agarrar la mano de la que ya parecía su ex-novia. Derrepente Sofía alzo la mirada y me vió a mí entre la multitud:

- Vámonos Julio - Tirando el móvil contra el suelo - Este gilipollas infiel que se busque las castañas, a fin de cuentas yo soy la propietaria.

Eso de "yo soy la propietaria" cuando en teoría es una hora fuera de mi horario me tocó los cojones y es algo que me daría para escribir un libro exclusivamente dedicado al clasismo que reina en esta sociedad. Pero en esos momentos todo me tocaba los cojones a excepción de ese teléfono y el puto video.

Sofía había paralizado el video pero mucho me temo que ese video era lo que estaba grabando Emilio cuando la prostitutaba estaba realizando una felación a su yonkarra miembro viril. Cómo si fuese Iker Casillas parando cualquier balón en la Eurocopa del año 2008 me lanzé al suelo agarrando el móvil ante la cara de incredulidad de los allí presentes.

- Mira mamá ese debe ser el amante del señor - Dijo un niño a su progenitora mientras tiraba insistentemente de su suéter.

- No hijo, no - Contestó la madre - Este señor es putero, ese debe ser el amante de la chica.

Tras coger el móvil pude ver que Sofía andaba sin mirar atrás dirección a mi coche como una princesita con clase indignada. Sus cortos tacones sonaban por encima del murmullo de los comensales curiosos de la cafetería y yo salí corriendo detrás de ella.

Cuando llegué a su altura algún cable mal circuitado provocó una nueva interconexión en su cornudo cerebro dándose la vuelta dirección Emilio. Éste aún se encontraba en el suelo fruto de una escenificación que ni el mismísimo Shakespeare hubiese superado en una tragicomedia.

La cara del pequeño yonki se tornaba en felicidad junto a una sonrisa pensando que su pequeña dama iba a darle un beso en plan pasional, hasta yo lo pensé, pero nada más lejos de la realidad eran tales ilusiones.

Cuando estaba a escasos metros de Emilio, Sofía agarró un taburete y propinó un contundente mazazo en la ya de por sí dolorida cabeza del yonkarra trasnochado infiel destrozando los pocos dientes sanos que aún poseía.

En todo el tumulto junto con todos aquellos espectadores curiosos merodeando a su alrededor como hienas en busca de desperdicios viscerales me picó la curiosidad de ver el video, siendo algo consciente de que incluso yo podría salir filmado en él.

Con el dedo retrocedí el vídeo hasta su inicio, pudiendo así observar su contenido. Aparecía emilio fumándose una china de crack mientras sonreía a la camara:

- Bufff nena esta noche te ha tocado la lotería, crack, 15 pavos y polla para tu gaznate - Escuchándose como una cremallera bajaba mientras una sonrisa acompañaba tal sonido.

En ese momento aparecía en escena "Kika", la prostituta con la que pernoctó Emilio y que era ya conocida por Angelote entre otros, ya que solían ir a por tabaco, bebida o cambiarse en los baños del bar. Jamás había visto su cara, pero sí que era una mujer peligrosa, pero las palabras del pequeño yonki despejaban cualquier duda:

- Toma Kika, dale una calada y empieza a sacar a brillo al cimbrel - Viéndose cómo acercaba el papel de plata a "Kika" mientras esta sonreía, fumaba y empezaba el ritual felador.

- ¡Coño Kika! ¿Qué son esos ruidos? - Dijo Emilio

- Aisss Emi, tu siempre con tus paranoias, seguramente sea un gato, un perro o cualquier chisme - Consiguiendo con maestría articular las palabras de forma comprensible.

- Bufff....tu sígue... - Suspiraba Emilio - Mientras no aparezca el gordo cabrón del conserje como lo llama "la Sofi" no pasa nada... ¡Eh, Julio!

Y a partir de ahí pasa lo que todos os supondréis. Mi cara aparecía en las imágenes del vídeo a la vez que el picha corta de Emilio se acercaba dando saltitos como la copia china del conejito de duracell yendo en mi dirección. El resultado fué un k.o técnico y como el móvil tras caer al suelo, registró mi soborno a la prostituta.

"El puto gordo cabrón" Eso me tocó los cojones. Aquí más de un subnormal se piensa que tiene derecho de pernada o que son putos hidalgos de pacotilla en busca de un lazarillo gilipollas al que fastidiar. A este puto subnormal como a otros muchos les he escuchado día si y día también sus chifladuras sin que ellos pagasen a mi persona un puñetero plus por hacer de psicólogo de barra de bar.

Y todo ello, con otros muchos sacrificios para por la comunidad y sus ocupantes que aquí ni narraré porque dejan mi dignidad en entre dicho, se puede resumir para algunos en "El gordo cabrón" o "El amigo del Presidente". La gente a veces es necia de corazón, ciega de empatía y lo que es peor, exentos de conciencia.

Señores y señoras, los 20 euros que les cuestan a ustedes mis servicios al mes, en caso de no querer un portero, repito que no es problema de nosotros. Si ustedes no tienen la valentía suficiente junto con la educación que se requiere para exponer sus quejas, preocupaciones o mejoras para la comunidad, no pueden fustigar, maltratar psicológicamente y criticar de forma destructiva todo lo que uno hace.

Y bueno, aparte de llamarme Emilio "Gordo cabrón" no tengo nada en contra suya sinceramente, pero ese día no era precisamente el momento, lugar ni el contexto personal oportuno para tal comentario. Miré a Emilio y Sofía siendo el espectáculo que ofrecían a los allí presentes patéticos. Ella golpeaba por instantes la cabeza de Emilio mientras una grada de personas enfurecida detras suya jadeaba como orangutes luchando por su territorio.

Antes de seguir narrando la historia, lo último que supe de Emilio es que acabó frecuentando día si y noche también las prostitutas de toda la provincia ahora ya sin su "Sofi" al lado. Ella sin embargo a las pocas semanas de cortar con Emilio y que su padre cortara el grifo a la empresa del chaval, la pequeña Sofía empezó una relación con el hijo de unos amigos de su familia. A día de hoy tiene cuatro pequeños monstruitos y es feliz como ser humano (o eso dicen). Ahora, volvamos a donde lo dejamos:

Mi instinto psicópata se activó derrepente en mí, breves segundos atrás estaba casi al llanto recordando las putadas que soporto a nivel laboral pero en ese momento todo desapareció para dar paso tras de sí a una frialdad que ya poco me acostumbra en mis actos.

Borré el video asegurándome de que quedase totalmente destruído. Sin hacer ruido pero con decisión abandoné la gasolinera sin hacer mucho ruido. Encendí el coche y salí al corte de la zona. Tras 20 minutos conduciendo totalmente revolucionado, con la ventanilla bajada y mi brazo al sol como James Dean llegué a una puta rotonda.

No había nadie y en ella me paré. Saqué el puto móvil de Emilio de mi bolsillo para terminar lo que semejante merluzo fué incapazde hacer, destruirlo. Tiré el puto móvil al suelo y con mi 47 destrozé de tres golpes con la suela todo el cacharro. La tarjeta sim ardió en mi mano con el mismo mechero que use tras ello para encenderme un cigarro.

Mientras daba unas caladas saqué mi móvil y escribí un sms a Sofía:

- Tuve que irme Sofía, este "Gordo cabrón" ha quedado con su abuela para comer fabada. Chao

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5 comentarios

comentarios
14 de febrero de 2017, 16:28 delete

Que Grande!!!! muy buen desenlace!!! si señor!!! esperando al 44!!!

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Anónimo
15 de marzo de 2017, 18:09 delete

Me he leído todos los capítulos durante esta semana. Entiendo que este es el final, no?

Qué pasada, me lo he pasado genial leyendo tus historias.

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2 de abril de 2017, 5:29 delete

No lo Es amigo! Gracias aún queda más!!!

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27 de diciembre de 2018, 9:17 delete Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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