CAPITULO 36: AÚN ASI LA PUERTA ES VIEJA (PARTE 3)

Murmuraba en voz baja maldiciendo a la pequeña diabla y su madre mientras las ruedas chinas de mi coche derrapaban en el asfalto como las bananas primerizas al resbalar en su primer mejillón.

- Me cago en la niñata y la loca retorcida de su madre, ¡ Seguro que ha sido la cría para joder mi día libre ! - gritaba mientras alzaba las manos como una azafata de vuelo.

Un pitido de un camión me devolvió a la realidad y pensamientos más logicos asaltaron mi sesera. Seguramente podrían haber entrado al edificio para robar a alguien. La famiia del Opus y unos vecinos del segundo que llamo "Los Dálmatas" ya que la mujer siempre lleva abrigos de piel que me recuerdan a Cruela De Vil gustan de alardear en público del caudal de dinero que manejan.



Sin ir más lejos recuerdo que el mes pasado durante una noche de miércoles que echaban la "Liga de campeones" el marido de la señora Dálmta, Roberto, se encontraba allí con su camiseta de Pantic (era seguidor del Atlético de Madrid) hablando de que para los veranos había comprado una casa en Seseña y otra en Santander al lado de la playa, para así llevar a los nenes a la playa y montaña.

Un sudor frío recorría mi cuello pensando que alguna banda de georgianos fornidos que compartieron pupitre con Putin en técnicas de defensa personal estuviesen merodeando por mis dependencias profesionales. Mi cabeza no para de imaginar historias retorcidad donde algún pimpollo con pasta en la comunidad y la boca muy ancha estaba recibiendo cirugía estética checoslovaca con "tecnología de nudillo" y anestesia con martillo de doble cara.

Un consejo que voy a dar a aquellos compañeros de la lectura que tengan la gran suerte de poseer mucho dinero. Si sois de barrio de toda la vida, felicito vuestro progreso económico y más aún vuestro sentido de pertenencia a él. Pero no os olvidéis de que en ellos todos nos conocemos y las noticias vuelan cómo los tangas en los clubs de alterne.

Me acuerdo de mozo que unos vecinos míos Argentinos gozaban de buena vida y además tenían la desgracia de siendo todos ellos muy normales, tener un padre más charlatán que un profesor de historia universitario enrolado en sub culturas neo comunistas de canuto, canciones de Victor Jara y camisetas de Alcampo.

El sol golpeaba mi frente con intensidad mientras apenas era perceptible la carretera debido a que mis gafas de sol de mierda apenas ayudaban a ello. Conseguí zafarme de estas con una mano perdiendo la vista sobre el campo de visión unos segundos. Un pitido me volvió a poner en alerta, procedía de la izquierda y era un Seat León negro con los cristales tintados y llantas plateadas.

Le pedí perdón con la mano mientras le mandaba a tomar por culo con una sonrisa y seguí pensando en mis cosas. Quizás si me dan permiso en la comunidad debería poner una cerradura más contundente en el Portal o quizás incluso dos cerraduras. Aunque eso tampoco disuade a los ladrones si quieren entrar en tu casa.

Cuando me dí cuenta tenía al subnormal del Seat León delante mía yendo a una velocidad ridículo. Derrepente mis infulas de grandeza iluminaron mis neuronas y pensé que un Seat León no podía estar por encima ni delante de mi todopoderoso coche de mierda, eso sí "Porsche".

Bajé el coche hasta tercera sonando de cojones el motor, de un volantazo ejecutado con la maestría de un borracho conduciendo un ford fiesta mientras su novia desdentada procede a una limpieza de sable me coloqué en el carril izquierdo. Pisé a fondo el coche y en un santiamén estaba a la altura del macarra.

Miré por la ventanilla del copìloto y efectivamente el conductor era un macarra. El típico chaval veinteañero que se cree el puto amo de la carretera y va haciendo el canelo. Aunque bueno en verdad el no había hecho nada incorrecto pero sí el asno que os narra la historia.

Apreté con todas mis fuerzas el acelerador mientras sonreía mirando su cara de acomplejado (¿O quizás lo sea yo? ). Y pasaron las cuatro revoluciones, las cinco... las seis... cuando quise darme cuenta el coche se encontraba a 140 en tercera con las revoluciones más pasadas de rosca que Pocholo en las noches ibicencas.

Cuando ya me encontraba bastante lejos del subnormal del Seat León baje la intensidad del coche ya que me encontraba en una carretera limitada a 80 kilómetros por hora. Pasados unos kilómetros eché la mano al bolsillo del pantalón pero había perdido el tabaco.

Por suerte a escasos 100 metros había un pequeño desvío que llevaba a un restaurante junto con una gasolinera donde podría comprar mi vicio. Aparqué y me dirigí a la gasolinera que además contaba con una cafetería donde vendían tabaco, algo que me resultó siempre absurdo existiendo un restaurante en el mismo lugar.

Pocas veces había parado en ese lugar, pero sin duda debía haber un buen servicio de restaurante ya que siempre había muchos coches los fines de semana, entre camiones, furgones y turismos recordaba a las inmediaciones del Bernabeú cuando Messi visita la ciudad para hacer nuevos amigos vikingos.

Mientras entraba en la tienda me dí cuenta que el subnormal del Seat León se encontraba aparcando justo al lado de mi coche... No le dí más importancia, cómo el cani tocase mi carro iba a saber lo que es un empaste de muela a base de puño valenciano.

- ¡Ostias! - Grite mientras me tropezaba contra algo.
- Joder gilipollas podrías mirar por donde vas, ¿no? - Dijo un chaval de unos 19 años delgado y blanquecino.
- Oiga abuelo eduque usted a su nieto que luego la pensión por deficencia mental debo pagarla yo con mis impuestos - mientras hacía circulos con el dedo índice alrededor de mi sién.

Sin más el abuelo sonrío mientras agarraba a su nieto de la cintura y se marchaban. El chaval se dió la vuelta con un gesto bastante afeminado que me recordó a las chicas que salen de modelos en los anuncios de televisión de champús para el pelo. Debía estar contento el abuelo del chaval que le tocó... Por maleducado ojo, que lo que haga en su ámbito privado es igual de Sagrado que Simeone para un indio colchonero.

Compré tabaco en la cafetería de la gasolinera, cómo siempre estaba muy concurrida de personas, la mayoría hombres de entre 20 y 40 años, yo siempre he pensado que serán los típicos moteros que vienen por estas zonas a disfrutar de las rutas que hay para ello. Tras comprar mi tabaco fuí hasta el dependiente para comprar un mechero y 20 euritos de gasolina 95 octanos.

- Muy buenas caballero, porfavor 20 euros para la número 4 y este mecherito de aquí - Golpeando con los dedos el mostrador

Mientra el chaval empezaba a cobrarme me dí cuenta que aunque llevase sin follar desde tiempos pasados allá donde Cristo era de carne y hueso jamás llevaba condones encima y nunca se sabía, un día podía tener al alcance a "Galletas María" y no disponer de gomitas.

- Ah caballero, se me olvidaba, cóbreme una caja de durex sensitivos - Señalando la caja en cuestión.

Mientras el dependiente me cobraba pude ver como miraba al suelo y se contenía la risa. Pensé que era el tipíco jovencito que ver a un señor comprando condones en una gasolinera era divertido. No le dí más importancia cuando me entraron muchísimas ganas de mear.

- Perdone de nuevo, ¿donde está el baño? - pregunté.
- Detrás de usted al final del pasillo a la derecha, aunque creo que ya lo sabe. - mientras sonreía aún más.

La verdad no andaba para gilipolleces pero las tonterías del chaval ese y lo corto de miras que estaba sólo centrado en llegar pronto al edificio hizo que pasase de contestar.

Al entrar al baño me dirigí a los meaderos de pared y me dispusé a vaciar la cantimplora. Podía escuchar un incensante "pum pum" que pensaba que provenía de fuera, de las válvulas de expansión de los dépositos de gasolina dando brío  a estos últimos.

A la vez que meaba me encendí un cigarro ya que la necesidad de nicotina por mi cuerpo era intrínseca a la inteligencia que recorre mi cerebro. Tras dar tres caladas sentí una palmada en el culo mientras una voz susurró:

- Aquí no fumes cielo, que si no el "jefe" se va a enfadar. - perdiendo más aceite que los motores de Fernando Alonso.

Asustado pegué un salto hacía un lado mientras guardaba ipso-facto el pajarito y subía la cremallera. Ahora entendía todo. El "pum pum" eran dos tíos follando en uno de los lavabos y la cantidad de tíos que hay aquí no son moteros si no tíos que quedan para darse longaniza.

Se escuchaban ruidos en otro lavabo más y otros dos chicos jóvenes y afeminados se encontraban al lado de quién me había dado ese sútil "toque" de atención. Iban vestidos con pantalones de mujer y camisas rosas con una M pintada con spray cutre en el pecho.

- Al Metralla no le gusta que fuméis los clientes  - señalando a mi derecha.

Cuando mire a ver quién era el metralla ví un africano de dos metros de altura y con más brazo que distancia desde mi columna vertebral hasta mi barriga. Iba revisando los lavabos cerrados mientras miraba un reloj supongo que controlando el tiempo de los chicos, joder, era un chulo d putos.

Salí corriendo del cuarto de baño empujando a uno de los pretty men´s y cuando llegué a la puerta...

- ¡Alto, Policía , esto es una redada!

CONTINUARÁ

Comparte este blog

Siguiente
« Prev Post
Anterior
Next Post »