CAPÍTULO 51: EL BUEN COMERCIAL



Tras el incidente con Doña Clementina todo volvía a la normalidad en mi ya de por sí intranquila Comunidad. Cada día estaba más centrado en mis plantas, consiguiendo una armonía entre el edificio interior y la parte exterior más a mi gusto que a las preferencias vecinales, pero por mi experiencia, si haces las cosas bien (quedando lo más perfectas posibles) nadie protesta.

Ya me ocurrió alguna vez que, restaurando alguna puerta del edificio o pintando alguna cosa suelta, si el resultado es bueno, aún incluso cambiando el color (algo que por otra parte, en su momento, fue una irresponsabilidad por mi parte) nadie rechista. En cambio si haces algo con toda tu buena intención pero no queda de la manera correcta (aunque sea una primera capa de pintura por ejemplo) vas a meterte en buenos líos.

Bueno, volviendo al tema, nos acercábamos a Septiembre pero aún así hacia muchísimo calor en la provincia. Día si y día también tenía que cambiar de camisa cómo mínimo dos o tres veces debido al sudor. La dieta y el ejercicio lo llevaba más o menos al día, pero era consciente de que estaba en un techo de cristal dónde me costaba ahora mucho más adelgazar, sacar músculo era fácil pero quitar la grasa muy jodido.


Ese día, un lunes, a las 9 y media pude ver a unos tíos jóvenes uniformados de traje con carpetas negras (comerciales). Eran dos. Uno era más o menos como yo de alto y delgado cómo un spaguetti, era el típico guaperas, pelo engominado, barba milimétrica y sobre todo, una pinta de choni pijo que no podía con ella.

Se podía ver como daba instrucciones al otro chaval, un tío de más edad que el guaperas, pero con una cara bastante atolondrada, a este le llamaré Carlos , ya que me recordaba a un compañero de la infancia que era bastante apagado en lo que a agilidad mental se refiere.

Éste último era bajito, con los dientes paletos muy grandes dándole un aspecto de señor castor. Se le veía más desaliñado que su compañero, con una calva bastante extensa que intentaba disimular con gomina colocando los pelos de atrás hacia delante.

Tras ver que cada uno se dirigía a un lado y otro de la calle supuse que me tocaría lidiar con ellos en algún momento del día. Por norma general, en la comunidad no pueden entrar comerciales si no poseen cita previa con algún vecino. Otra cosa es, que sí los comerciales me caen bien pareciéndome buena gente, yo les diga entre nosotros que salgo a x hora para comer y vuelvo al trabajo a x hora de la tarde.

Con esto se sobreentiende que les dejo vía libre en mi horario de comida, para que llamen a los telefonillos, alguna vecina septuageniaria les abra la puerta pudiendo así hacer su trabajo. Pero siempre indico que si yo me los encuentro dentro del edificio, les voy a tener que echar de allí, les hayan o no abierto la puerta.

La mañana transcurría tranquila, ya tenía el portal y el edificio limpio, así que, al ser ya Septiembre, fui a mirar que la sala de calderas estuviese correcta para cuando llegase el frío. Estas operaciones me llevan bastante tiempo ya que al ser dos calderas muy potentes pero antiguas, el tiempo que tardo en rellenar el deposito de la bomba de agua junto a purgar el aire que hay dentro de ellas se convierte en una eternidad.

Como comentario "técnico" por así llamarlo, el sistema de agua de las calderas (las tuberías que llevan el agua a cada casa calentando los radiadores) no deben ser frecuentemente vaciadas. Ya que cuando vuelves a llenar las tuberías con agua nueva, se expanden de tal manera que pueden dar problemas en un futuro. Esto ocurre con tramos de tuberías antiguas, suelen ser de plomo y es mejor no tocarlas mucho. ( si se joden se debe buscar un tramo que no tenga corrosión, para poder hacer un tramo nuevo, y no es algo fácil, hay que picar pared dentro de las casas).

Todas las mañanas, sobre las 11 y media, subía a tomar un café a casa, prefería hacerlo en mi casa que en el bar de Angelote, ya que allí siempre me ponía como un cerdo antes de su San Martín a comer tapas poniéndome como un ceporro.

Mientras salía de la sala de calderas, pude escuchar la voz de alguien joven en la planta primera, justo encima de la portería. A paso ágil subí de dos en dos las escaleras hasta llegar allí. Mi motivo de alerta era escuchar los timbres de la casa de manera constante, no los mismos, ya que sonaban en lugares diferentes), Eso amigos míos, suelen ser comerciales.

Cuando ya me encontraba en el primero, vi a Don Emiliano, un señor de ochenta años que había sido abogado en sus tiempos mozos hablar con él chaval comercial. Este era "Carlitos", el chico que me recordaba a mi compañero de colegio, el cabezón bajito con dientes de castor.

- Pero usted debe darse cuenta que no tiene por qué molestar a los vecinos dentro de sus casas - Protestaba Don Emiliano - si alguna vecina o vecino le abrió la puerta, vaya usted a esa casa y dejé en paz al resto.

El chaval miraba a Don Emiliano con cara de atolondrado, tras balbucear unos segundos, esgrimió una respuesta:

- Eh... yo no soy comercial, soy autonómo - Mientras se retocaba la corbata. 

En ese momento Don Emiliano y yo empezamos a reírnos, ya que el " Señor Castor " llevaba una carpeta de una empresa de telefonía y lo que hacía era vender un producto (Vamos, que era comercial). Lo que pasa es que muchas veces, estas empresas usan subcontratas, teniendo a pobres personas en régimen de autónomo. Y no, no son ni autónomos de la empresa la cual venden sus servicios. Están de autónomos para una empresa subcontrata de la principal.

Por tener no tienen ni sueldo, ya que viven de las comisiones puras y duras. Muchas veces no son ni de la misma provincia (vienen de otras) y conseguir sus datos en caso de necesitarlos es un verdadero quebradero de cabeza.

- Veamos caballero - Entrando yo mismo en escena - Si usted ofrece un servicio para una empresa, vendiendo un producto, es usted comercial, en términos técnicos - Saludando con la mano a Don Emiliano. - Lo mejor que puede hacer es acompañarme, dejar de molestar al vecino y yo mismo le comento.

- Pero... pero... - Dijo Señor Castor 

- Anda hijo, acompañe usted a Julio, que él mismo le comentará todo.

El chaval, me recordaba a mi colega de la infancia, que con muy pocas luces fué un inadaptado social perenne. No se le veía mal tío comercial, y qué cojones, hasta sería un tío mentalmente hablando inteligente, pero sin duda la habilidad social de comunicarse con otros seres humanos la tenia muy mermada.

Mientras me acompañaba bajando las escaleras desde el primero hasta la salida principal no intercambiamos ninguna palabra. Yo miraba la hora, se estaba pasando mi momento del café, eso eran ganas de joder para mi, ya que si no apenas tendría tiempo para poder tomarme mi café, al menos sí podría subir hasta arriba y bajarlo en un termo.

El chaval se encontraba pensativo, jugando un bolígrafo entre sus manos que torpemente cayó al suelo en la entrada del portal. Yo, sintiendo algo de lástima por sus pocas habilidades sociales, me agaché recogiéndolo para dárselo. Entonces, tenía pensado comentarle que a partir de la una y media, tenía dos maravillosas horas para intentar ganarse la vida, pero que si le volvía a ver, pues de nuevo puerta.

- Aquí tienes chaval - Entregándole el boli - Por cierto, hoy a partir de las ... - Sin dejarme éste terminar la frase.

- Gra... Gracias... - Recogiendo el boli bruscamente - Pero yo no soy comercial, soy autónomo - Dándose la vuelta perdiéndose entre el asfalto.

Sinceramente su comportamiento me desconcertó, no digo que me resultase ofensivo, no me enfadé, el chaval me daba pena y seguramente, llamarle comercial era herir sus sentimientos, además, al tratar frecuentemente con ellos sabía la vida de mierda que llevaban en términos económicos. Lo dejé pasar, me dí media vuelta subiendo a prepararme el termo de café, eran ya casi las 12 de la mañana y el correo estaba por llegar de manera inminente.

Subí hasta mi casa a paso veloz corriendo por la escalera, últimamente, más que dieta, estaba dejando de fumar, eso me daba un aporte extra de oxígeno que notaba perfectamente a la hora de hacer ejercicio, no me ahogaba y mi corazón no daba golpes cómo un borracho a las 3 am encontrándose la puerta del puticlub cerrada "por obras".

Al llegar arriba, me preparé el termo mientras echaba un ojo a la tv. No tardé ni dos minutos, tres como mucho. Una vez que el termo estaba preparado, decidí volver a bajar por las escaleras, esta vez limpiando la barandilla junto a las placas de aluminio para llamar al ascensor.

Cuando ya me encontraba abajo, pude ver en la puerta del edificio a una pareja nueva de vecinos que tenían tres hijos en total. Dos de ellos mellizos de menos de 1 año, junto a otro de unos 5 años aproximadamente. Estaban hablando con los dos comerciales, ahora se encontraban el señor Castor y el guaperas en escena, podía ver como el guaperas ejercía de timón del barco comercial, hablando sin parar con una sonrisa profident de un lado a otro.

Ella se llamaba Helena, su marido Julián, pero en ese momento sólo estaba ella junto a los peques, ya que su marido curraba de mañanas. Me dirigí a la puerta y:

- Hola, buenos días Helena - Mientras miraba de reojo a los comerciales - ¿Qué ocurre? Ya le comenté a su compañero que aquí no pueden acceder sin cita previa - Dirigiéndome a los comerciales.

- Bueno, eso no es así - Contestó el guaperas - Esto es un edificio público - Mientras sonreía - Además si en el telefonillo me abren la puerta puedo entrar.

En ese momento Helena se giró hacia mí para decir lo siguiente:

- Julio, yo me tengo que ir ya, mi suegra está a punto de bajar, que vamos al Super - Señalando el final de la calle, dónde se encontraba éste - Por favor, ocúpate de estos señores, gracias - Con la educación que a ella le caracterizaba a pesar de su joven edad - Ya marchándose de la escena.

Esperé a que ella se encontrará lejos para poder actuar, yo no estoy en contra de los comerciales, cómo expliqué anteriormente pienso que es un trabajo muy digno, pero las normas son las normas. Además, al señor Castor estuve a punto de comentarle que podía entrar a trabajar a x hora en mi edificio cuando yo estuviese comiendo, pero ni me dio opción a comentarle nada.

- Mirad, esto es fácil, aquí no podéis entrar - Mientras miraba al guaperas, que era quién ejercía de jefe - Yo estoy aquí para que se cumplan las normas que quedan estipuladas en las reuniones de vecinos, una de ellas es ésta - Refiriéndome al tema de los comerciales - Por cierto, no sé de dónde has sacado que esto es un edificio público, ya que es una comunidad de vecinos, el escalón de piedra donde se encuentran los telefónillos , para que te hagas una idea, es privado.

- Mira, eso es mentira - Mirando hacia el portal - Todo esto es público y yo si quiero entro aquí - Con cara de asco mirándome de arriba a abajo - Así que vamos a entrar.

En ese momento me estaban desesperando, entre los dos se lanzaban miradas cómplices acompañadas de una sonrisita que no me gustaba en nada, para nada y por nada. Ahí mi paciencia estaba colmándose, pero me acordaba de la última visita que tuve de comerciales y que, llegados el caso , si les tocó un pelo, puedo meterme en problemas muy, muy grandes.

- Mira, lo vuelvo a repetir, aquí no podéis entrar - Mirando fijamente a los ojos del guaperas gilipollas - Si queréis intentar entrar, yo voy a llamar a la Policía Nacional - Cogiendo mi teléfono chinorris del bolsillo - Por cierto , ¿ A qué compañía pertenecéis ? - Viendo que no tenían ninguna identificación visible más allá de la carpeta con el logo de la empresa de telefonía a la que representaban.

- Nosotros somos nuestros propios jefes, no trabajamos para nadie - Con aires de superioridad.

- Vamos, que trabajas para una subcontrata sin sueldo fijo ya que te tienen de falso autónomo - Ya algo nervioso pero consciente de que no podía tocarles un pelo. - Dame tus credenciales, que voy a llamar ahora mismo a tu empresa y les comento que aquí no podéis pasar.

El tío se negó en redondo a darme su identificación, al igual que no quiso darme su tarjeta de visitga como comercial. Eso ya era tocarme los cojones por tocarlos, así que yo empecé a hacer lo mismo con ellos.

- Mira, vamos a hacer una cosa - Mirando la agenda de contactos de mi móvil - Voy a marcar el teléfono de nuestro administrador de la comunidad, que él mismo te comenté que aquí no puedes entrar - Marcando el teléfono - Toma, te dejo mi móvil, hablas con él y espero que quede todo zanjado.

Antes de pasar mi móvil al guaperas estuve hablando yo mismo con el administrador, comentando lo que sucedía para que éste estuviese hábil y rápido. Tras esto, el subnormal sacado de chonis, macarras y viceversa estuvo hablando durante minutos con el administrador.

Me hizo gracia que en vez de pasarme el móvil con el administrador al teléfono, colgó rápidamente. Su cara era de frustrado absoluto, yo ya sabía qué le había dicho el administrador o en qué parametros se había movido la conversación. Pero sin embargo, el seguía en sus trece:

- Me ha dicho que podemos entrar - Mientras intentaba adelantarse a mi - Dirección a la puerta que en ese momento tenía abierta.

- Eso es mentira, mira , no voy a perder un segundo más con vosotros, no os acerquéis al telefonillo, queda dicho - Ya dirigiéndome al interior del edificio - Si lo hacéis y entráis, vosotros mismos ya que llamaré a la Policía Nacional.

- Mira, gilipollas - Contestó el choni asiduo a programas de telecirco - Yo voy a llamar las veces que haga falta y voy a entrar al edificio te guste o no - Mirando con una sonrisilla a su compañero - ¿Quieres que llame a la Policía yo ? Esto es público - Seguía con la tontería, en ese sentido los entrenaban bien, era un disco rayado sin luces algunas, un papagayo del sistema.

- Mira niñato - Ya con los cojones bastante hinchados - Te lo digo una última vez , si entras aquí , yo no te voy a echar, te va a echar la Policía Nacional, lo de gilipollas aplicalo con tu padre si es que acaso lo conoces - Cerrando el portal de un portazo.

En ese momento ya pasé de ellos absolutamente y seguí con mis quehaceres rutinarios. Barrí el portal, fregué el suelo y cuando estaba con las ventanas pude ver cómo aún seguían en el portal los dos merluzos. Me dirigí al vídeo-portero comunitario y puse el modo día, que es para que las llamadas del telefonillo pasen sólo por portería sin molestar a los vecinos. Seguí a lo mío.

En esto pude ver que la suegra de Helena salía del portal aprovechando el guaperas para colarse dentro, junto al señor castor , que sonreía como si estuviese haciendo una pillería en el colegio. Dejé el spray para los cristales, el paño y me dirigí hasta ellos.

- Ey, que hacéis dentro, iros ya de aquí por favor - Con tono conciliador pero nervioso, tenía ganas de insultarles, pegarles, al no poder hacer nada de eso, estaba casi tartamudeando - Venga, no compliquéis las cosas - Agarrando el teléfono para marcar el número de la Policía Nacional.

- Nos han abierto la puerta desde el telefónillo - Mintiendo como un bellaco el guaperas - Así que vamos a subir.

- El telefónillo estaba desconectado, habéis entrado gracias a que la vecina dejó abierta la puerta al salir - Ya marcando a la policía nacional - Iros antes de que venga la Policía.

En ese momento el guaperas me apartó con sus brazos de mi sitio y junto a señor castor se adentraron en el edifico dirección al ascensor. Yo salí corriendo detrás de ellos, ya con el teléfono marcando el número de los agentes.

Dentro del ascensor, me coloqué entre los botones para marcar las plantas del edificio, pero nuevamente, el guaperas pasó su brazo entre mis hombros consiguiendo marcar la planta número cuatro.

- Pero, pero ... ¿Qué coño haces ? - Dije en voz alta - Estás pasándote chaval - Dándole en ese momento un manotazo a su mano.

- Tranquilo eh, tranqui. Esto es un edificio público, no fastidies gordito - Con una sonrisa volviendo a buscar la complicidad del señor castor.

En ese momento, pensé con la cabeza fría, por un momento estuve a punto de caramelo de liarme a ostias con los dos en el ascensor. Había pensado hasta que, cuando llegásemos al cuarto, tirarme yo mismo por las escaleras para fingir una agresión y denunciarles.

Pero por otro lado tenía la sartén por el mango ya que la Policía podía venir a hacer ese trabajo, echarles de aquí, ya de paso pedir sus credenciales para filiarles y que no volviesen nunca a este barrio.

- Diga, Policía Nacional - Escuché al otro lado mi móvil asiático .

- Hola Agentes, miren, soy el portero de "bla bla bla" , unos señores que dicen ser comerciales se han colado en el edificio sin mi autorización ni de la comunidad, además de negarse a entregarme su identificación - Con voz nerviosa - Ahora estamos dentro del edificio, por favor, vengan cuánto antes.

- No se preocupe, enviamos una patrulla ahora mismo hacia allí, por favor, no cuelgue, hable usted conmigo hasta que los agentes lleguen - Con tono pausado.

El guaperas escuchó que verdaderamente sí había llamado a la Policía y que sí venían de camino a nuestro edificio. Así que tocó del hombro al señor Castor, para directamente empezar a correr por las escaleras rumbo el portal.

Yo en todo momento me iba comunicando con la Policía Nacional por el teléfono mientras bajábamos a toda prisa las escaleras los tres. En ese momento el guaperas, no paraba de repetir que a él le daba igual, que ahora se iba a Valencia a la playa, que ya terminaba su día de curro.

- Tranquilo niñato, que ir te irás a Valencia, a hacer lo que quieras, pero primero te va a fichar la Policía Nacional  - A paso ligero llegando ya al Portal.

En ese momento había colgado con la Policía, no sé si por nervios míos, o sí el propio agente al tener ya al patrulla de camino cortó para atender otras llamadas. El caso es que el señor castor y el macarra viceverso de telecirco ya habían salido del portal e iban perdidos por las calles de mi ciudad en busca de lo que supongo era su coche,

Yo iba detrás de ellos a menos de un metro, cuando, tras minutos corriendo, volví a marcar el teléfono de la Policía, pero antes de que estos lo cogiesen le dije al subnormal guaperas:

- Te gusta joder a la gente, ¿verdad? - Mientras me ponía a su lado .

- Bufff - Dijo él mientras se remangaba el traje - Señor castor, ve hasta el coche, cambia de calle ya te busco yo ahora.

Yo eso lo interpreté como que tenía ganas de pegarse conmigo, en ese momento, aparte de la llamada a la Policía estaba grabando todo con el móvil, el tío empezó a insultarme y yo me contuve todo lo que pude. El mismo policía que anteriormente me había contestado volvía a estar de nuevo conmigo al teléfono, esta vez escuchando al guaperas insultarme sin parar.

- Agente, vamos por la calle de los Jesuítas, el líder de la "banda" le ha dicho a su compañero que se pierda para buscar el coche e irse hasta Valencia - A paso ligero - El macarra viceverso se ha quedado aquí conmigo, remangándose el traje para supongo que pegarme - Mirando la cara del niñato, que estaba más cagado que su primer día con pañales en este mundo.

El señor castor empezaba a perderse por el horizonte, en el fondo ese tío me daba pena, era un panolis, pero se dejaba guiar por el viceverso siendo cómplice de todas sus risitas, provocaciones e insultos, en el fondo él debía pagar también por sus pecados.

Cuando pensaba que ya sólo me quedaba darme de ostias con el guaperas, vi a la policía en la otra carretera dirección a mi edificio. Supuse que era la patrulla que venía a mi encuentro porque llevaban las luces azules encendidas, sin dudarlo pegué un grito contundente.

- ¡POLICÍA! - Con un vozarrón que en la vida había sacado - ¡Aquí! uno de ellos intenta escapar - señalando al señor castor.

La cara del macarra viceverso era un cuadro, estaba en ese momento pálido, tanto que parecía maquillado por una morgue. Intentó andar más deprisa pero una agente de Policía salió a su encuentro pidiendo que se parase inmediatamente.

El señor castor fue retenido por el agente que conducía el coche patrulla, llevando a los dos hasta mi lado. Yo en ese momento estaba frenético, había andado casi kilómetro y medio con mis nervios a flor de piel.

- Agentes, estos señores deben pertenecer a una banda, no se han identificado, han entrado sin enseñar sus credenciales, insultándome además de que éste me ha amenazado, quería pegarme - Señalando al viceverso.

El guaperas ahora quería supongo desaparecer siendo absorbido por la tierra. Los policías al ver mi estado de nervios, me pidieron que volviese a mi portería, dejando a estos junto a ellos para ser filiados. Antes de irme, con bastante mala ostia dije:

- Por favor, cojan todos sus datos, para la pertinente denuncia que vamos a poner desde la comunidad - Ya alejándome.

Cuando me retiraba, se encontraban los dos policías dándome la espalda mientras que los comerciales estaban de frente a mi. En ese momento les hice un corte de mangas además de lanzar un beso al aire con una sonrisa de oreja a oreja.

El viceverso rápidamente dijo a los agentes algo cómo : "Miren, está vacilándome" pero al darse la vuelta los agentes sólo me vieron a mi encendiéndome un cigarro.

- Mira chico, a mi no me vaciles - Soltó la agente al viceverso - Venga, dame tu dni, tu identificación de la empresa "x" de telefonía y dejémonos de gaitas - Dando unas palmadas con sus manos, exigiendo rapidez al chulo guaperas.

Ahí ya me dí media vuelta, en un rato los agentes irían a mi garita de portero para, en caso de yo querer, interponer una denuncia a mi nombre y otra en nombre de la comunidad (previo permiso de la junta directiva, claro está eso).

Volví con la satisfacción del trabajo bien hecho, no había pegado nadie, no había insultado ni me había rebajado al nivel de nadie, más que al final, lanzando un besito al aire junto a un corte de mangas (qué carajo, sería que me picaba el codo ,¿no?).

Al cabo de una hora, la policía llego a mi garita, eran ya con la tontería casi las 3 de la tarde, y me había pedido un bocata de tortilla en el bar de Angelote para esperar a los agentes tranquilamente. Cuando ellos llegaron, me confirmaron entre nosotros que el guaperas era un gilipollas soberano, que hasta se había puesto medio chulos con ellos.

Me dijeron que por favor denunciase, aunque ellos ya le habían dicho a él y a señor castor que no volviesen por Alicante en su puñetera existencia, que estaban fichados, filiados, cómo queráis llamarlos.

Yo sin ir más lejos, les comenté que el verdadero ser problemático era el viceverso, que el señor castor era un pobre hombrecillo con poca personalidad siguiendo al coronel más idiota del ejército de los comerciales.

Tras esto decidí no hacer ninguna denuncia, pero gracias a los Anunnakis al gilipollas del viceverso se le cayó una tarjeta de visita dónde venía su nombre, apellidos y la empresa subcontratada con la que trabaja.

¿Adivináis? Hice una llamada a la susodicha empresa y comenté todo lo sucedido, además de la intervención de la Policía, como su invitación a no volver a molestar a nadie de nuestra ciudad. Eso sí, no dije nada de señor castor, espero que el pobre aprendiese una valiosa lección.

Y a usted, señor viceverso, el guaperas de los subnormales profundos, el coronel del ejercito de los gilipollas integrales, espero que esta experiencia te haya servido para tener algo más de respeto en esta vida, pero con esa cara de palurdo que traías, no te habrá servido ni para colocarte la corbata recta.

Con esto, señores míos, si alguna vez vais a trabajar de comerciales, recordad que el portero no es vuestro enemigo, cumple órdenes, y hasta si sois majos con él, este os puede decir a qué horas podéis tocar los cojones al personal sin meteros en problemas. Yendo de chulitos por la vida, os encontraréis siempre a alguien más chulo, más cabrón

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2 comentarios

comentarios
23 de noviembre de 2018, 13:25 delete

ya se ha acabado?? nooooooooooooooooooo :(

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27 de diciembre de 2018, 10:31 delete

Que GRANDE RAY !!!! genial!!! como siempre llevaba un tiempo desconectado... que gran obra!!! mis diez!!!!

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